Desde el Puerto de Navacerrada, controlado por la República, hasta La Granja, en manos de los franquistas, se extiende una extensa tierra de nadie. Un grupo de guerrilleros dirigidos por el dinamitero norteamericano Robert Jordan, desde una cueva junto a Siete Picos, planea volar el Puente sobre el río Eresma para truncar el avance de los nacionales. 

El caso es que como sucede en los sueños, de repente allí estaban el vocalista y el guitarrista de Héroes del Silencio marcándose un pequeño set electro-acústico. De la interpretación vocal de Enrique apenas recuerdo nada, pero recuerdo con nitidez la interpretación de la parte instrumental de “Entre dos tierras” del maestro Juan Valdivia. Difería ligeramente de la original pero tenía unos matices de una belleza sobrenatural, o eso creo recordar. El caso es que allí estaban los dos amenizando mis sueños nocturnos. La interpretación se interrumpió cuando alguien abrió la puerta de la cocina para esa costumbre tan sana y humana de preguntar qué tal estaba la gente de esa casa y dar la bienvenida al pueblo. No recuerdo qué pasó con los Héroes a continuación, en la vida real Bunbury seguramente habría empezado a echar pestes por la organización y Juan Valdivia habría seguido con su cigarro en la boca esperando acontecimientos.

Marvel, en 1977, lanza los cómics de What if…?, una serie no canónica en la que se exploran diferentes hipótesis e historias alternativas. Inspirándonos en ello nos hemos puesto a soñar. Cinco discos que nunca vieron la luz por diversas razones y que quizás habrían cambiado la historia de la música. O no. Nunca lo sabremos. Pero a veces es hermoso crear mundos paralelos. Y dejar que la música los acompañe

No podemos elegir una canción porque todas, las de melodías pop pasadas por el punk y las más sucias de su lado hardcore, dejaron una huella importante y sería injusto hacerlo. Sin embargo, queremos recordar su primer album, “Bleach”, y su tercer y último álbum de estudio -salvando el de caras B, “Incesticide”- “In utero”, ambos injustamente a la sombra de los exitosos “Nevermind” y “Nirvana MTV Unplugged”.

Y le hemos seguido porque confiamos en su brújula, porque su música no entiende de prejuicios, porque “no tengo dueño, no soy tu esclavo, un poco tuyo y de todo el mundo”, porque tiene un bello dolor que compartir. Le hemos seguido solteros, enamorados, divorciados, con hijos, solitarios, en los momentos álgidos y cuando hemos caído con todo, en la presuntuosa juventud y en las primeras canas y dolencias, en la pérdida de seres queridos y el amor de los nuevos.

Contestatarios y desinhibidos en “Villa Nellcote”, chateau alquilado por Richards y que, cuentan las crónicas, llegó a albergar a cerca de 70 personas entre músicos, ingenieros de sonido, parejas de todos ellos, aduladores, chupópteros y célebres visitantes como William Burroughs (el hombre que descendió a las infiernos de las sustancias y vivió para contarlo en el icónico “Almuerzo desnudo”), John Lennon o el solista de The Byrds, Gram Parsons…

“…Fuera de contexto, es decir, cuando lo repasas al cabo de unos meses, te das cuenta de que se ha mezclado lo importante con lo fatuo, hasta que todo se anula a sí mismo. Sí. Eso es la red. Una lucha de extremos que se anulan, hasta llegar la inactividad, la revolución de bengalas que se apagan justo después de quejarte por la red. Allí parece que acabe todo.” Santi Balmes, escritor y cantante de Love of lesbian (Profesor Jonk, 6/11/2020)

Los diarios que relatan nuestra vida están escritos con letras, imágenes y notas de música. Un beso. Un baile. Aquel poema que escribimos a nuestro primer amor. Esa película que nos dejó sentados en la butaca a pesar de las miradas del acomodador. El libro que desearíamos haber escrito. Nuestro viaje al portal de tus padres. El Muro de Berlín que construyó a su alrededor cuando todo terminó. Y, cómo no, las canciones que se adhieren a cada momento y del que ya nunca se despegan.