Confesión: sufro cierta adicción por las historias turbias. No, mejor no, rectifico. Gozo con mi adicción a las historias turbias. Sí. Mejor así. Y con El hijo (Muñeca Infinita, 2022), la perturbadora novela de Gina Berriault (Long Beach, California, 1926-1999) mi adicción se ha colmado.
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Sorogoyen nos va introduciendo en esa densa y brumosa historia de rivalidad, odio y muerte. No hay maniqueísmo en las posturas. Por un lado, la aldea ideal, donde Ménochet y Föis cultivan productos ecológicos y sueñan con restaurar casas abandonadas para una utópica repoblación. Por otro, es también el espacio para ensañarse y vengar las frustraciones locales, una vida de desgracia, de mierda, como le escupe Luis Zahera a Menochet en uno de los diálogos trascendentes de la película, al confesarle que su paraíso se llama conducir un taxi a medias con su hermano en Orense.
Señales de golpes en la espalda, un sujetador azul, la mirada entre triste y perdida, un rouge de labios que acentúa la tristeza, el beso a una niña pequeña que duerme, la puerta que se cierra y la oscuridad de la noche. La noche de la ciudad santa de Mashhad, la noche del bullicio en la calle, la noche solitaria en la periferia, la noche que augura un destino maldito mientras ruge una moto.
Es difícil escribir de Putas para Gloria, el mítico libro de William T. Vollmann (Los Ángeles, 1959), sin decir más de lo debido. El argumento es el malvivir de Jimmy en el Tenderloin, un barrio de prostitución y drogas, mientras espera/invoca a Gloria. Pero ¿es esta una novela sobre la espera? Creo que no.
Ian McEwan ha ido derivando de un erotismo voyerista, pasando por cierto moralismo, hasta llegar a una narrativa llena de sátira social y tan politizada como divertida
El escritor argentino Hernán Casciari adelantó ayer en el programa de radio “Perros de la calle”, de Urbana Play FM, un extracto de su cuento “La valija de Lionel”, que se publicará en la revista Orsai el próximo mes de febrero.
Kent Anderson fue miembro de las Fuerzas Especiales A-101 Mai Loc de ese ejército. Compasión por el diablo es una novela. Kent Anderson es real. ¿Será esta una novela basada en hechos reales? Creo que los altos mandos del ejército de entonces y los políticos del momento preferirían que no. Pero me temo que sí.
Ojos bien cerrados inicia con la visita del matrimonio formado por Alice y Bill Harford a la fiesta de Navidad que ofrece año tras año el acaudalado Victor Ziegler. Durante el transcurso del baile, Bill coquetea con un par de modelos, mientras Alice es seducida por un maduro húngaro.
Al comienzo de la Gran Guerra, con veinte años de edad, Joseph Roth se enlistó en el cuerpo de voluntarios. Estuvo en el frente durante ocho meses y formó parte de las fuerzas de ocupación en Ucrania. Después de ser apresado y pasar un tiempo en la cárcel logró escapar y viajó a Viena. Ahí comenzaría la vida errante de Roth.
¿Por qué alguien deja de ser quién es? ¿Es la amnesia un castigo o puede ser una oportunidad? ¿Salir de uno mismo es una huida voluntaria o la consecuencia de una escapada provocada? Estas son algunas de las preguntas que Agnieszka Smoczynska plantea en su película Fuga (presentada en la Semana Internacional de la Crítica en Cannes en el año 2018 y ganadora del Méliès d’Argent en el Festival de Sitges del mismo año).
Socorro Venegas escribió Ceniza roja (Páginas de espuma, 2022) hace 23 años, cuando su marido Alan murió de forma súbita. Por prescripción médica volcó sus emociones en fragmentos, sin voluntad de continuidad regular, y aquel diario de duelo insepulto se materializa ahora en un poético libro ilustrado por Gabriel Pacheco.
En Salamanca conocí un pucelano que por las noches hablaba de “tierra comunera”, era beberse unos vodkas y corríamos el riesgo de acabar añorando hasta el amanecer un gobierno que nunca existió, más allá del imaginario de los locos de aquella primera revolución moderna de 1520 frente al emperador Carlos V.
Aclamada por la crítica, Pacifiction, de Albert Serra, compitió a la Palma de Oro en el pasado festival […]
Libro al margen de la trama, que a mi juicio no busca tanto un viaje por la historia de la violencia en México (desde el exterminio indígena bajo corona española en el siglo XVIII, hasta las atrocidades de los cárteles de la droga y, especialmente, los desaparecidos contemporáneos -más de 52.000 según la ONU que requerirían 120 años para proceder a sus identificaciones, una cifra tan mareante como inasumible-) sino una sensación…
Cuesta admitir, con el hígado y todas las neuronas, que un ser no pueda expresar su íntimo desahogo con la vida y el mundo. Que unos pocos, esos que acusan y llevan a la hoguera del menosprecio, de la burla interesada, de la autoafirmación de una masculinidad de caverna, puedan silenciar de golpe el derecho a ser distinto y bueno y noble y sagrado. Por eso, hoy recuerdo ese verso de Federico, que la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.