Recuerdo quedar a oscuras,
paralizado,
y recuerdo una mano tendida.
Nunca he tenido miedo
a caminar contigo.
amor
Pasaba por aquí y se me escapó un te quiero.
Un te echo de menos, hoy que pasaba por aquí
Transitaba por este 23 de febrero y se me salió de uno de los bolsillos, ésos en los que siempre llevo un roto.
Transitaba por aquí y me sentí ausente.
Espero que nadie tropiece con él, que no moleste, que no detenga el paso rítmico y eficaz del que siempre va y viene a los mismos sitios.
Pasaba por aquí
Lluvias intensas
que son más hermosas
tras los cristales.
Destellos
y estruendo
que sobresaltan estos sueños ligeros
que nos unen en el sofá.
Ayer no dimos crédito con la divertida astracanada sadomasoquista de Teresa Dovalpage en “Amor a primera fusta” y el lunes nos maravilló el encanto, coherencia y base músico-literaria de Anni B Sweet. Hoy sólo tres microrrelatos, para ser releídos, de Sara Nieto, a quien como debe ser hemos conocido de casualidad. Cruces de caminos.
Desde el sofá del salón, cuando se ponía el sol, veíamos la ciudad iluminarse poco a poco a […]
Cuando nos mudamos de casa, lo primero que hizo mi mujer fue intentar reanimar el esqueleto de un árbol que había en el jardín. Con los primeros riegos sus ramas empezaron a desentumecerse y le salieron un puñado de hojas pecioladas, tres huevos de codorniz y un gorrión esmirriado al que le faltaban casi todas las plumas.
Hace buena noche pero no sé lo que llevo puesto, no soy consciente de mí mismo, crucé la plaza como un espectro de vuelta a su hogar tras el gran aquelarre, todo me trajo hasta aquí, estoy a un mes de los exámenes a los que no me presentaré una vez más, mis padres desconocen mi vida y yo desconozco las sorpresas que ésta me depara, camino del fracaso absoluto, yo que tanto.
—Los hombres no lloran, cabrón.
Alex se quebró. Tras el deshielo de la tensión acumulada, todo en él reventó formando una explosión de angustia y miedo que inundó la habitación.
—Hijo de la chingada –Amador cambió el tono–. Va, tranquilidad. Ambos estamos molidos. Mira –dijo señalando el colchón situado en el suelo situado detrás de Alex–. Ve y échate un coyotito. Luego ya seguimos.
Ella devuelve las pelotas con parquedad y esa cortesía que permiten los monosílabos. Se entretiene observando el extrarradio anaranjado de la ciudad, los edificios lejanos y las planicies de tierra, margaritas y basura próximas a la M-40.
Una furgoneta amarilla conduce muebles a alguna parte, unas cuerdas sujetan la puerta, el conductor sacude la cabeza rítmicamente. Le dejan atrás y el taxi alcanza velocidad, en la radio resucita una copla.
esta mañana
me entretuve poniendo
en orden algunas
cosas que habías dejado
de por medio
…la poesía todo lo puede salvo la falta de pulso y de eso no adolece nuestro nuevo colaborador, Marc J. Mellado, barcelonés que hoy nos regala estas tres maravillas sobre la pérdida, la ausencia, el despecho, lo que no se tiene, la dificultad de matar al padre. Algo tan antiguo y tan latente. Bienvenido, Marc
Una guitarra que echa de menos tus dedos,
una melodía encerrada
que se pierde muy adentro,
un grito sordo
al cielo
en esta despedida inesperada.