una mujer, poema de Freddy Santos

Una mujer es como una bala que lleva tu nombre
Un capítulo sin leer
Un renglón que falta a la vida
A veces una mujer es como una ventana cerrada
Un tren sin estación
A veces una mujer es un túnel sin salida
A veces es una elegía
Una herejía
un mar profundo

Y yo junto a estos juncos artificiales

Tiene una cosa buena esto de la mascarilla,
yo en concreto respiro mejor,
la nariz se me abre,¿tú no?
Mmm
¿Quieres que te regale un puzzle?
La niña y su padre ríen en silencio
rogando que se calle

El amor humano de Federico

Cuesta admitir, con el hígado y todas las neuronas, que un ser no pueda expresar su íntimo desahogo con la vida y el mundo. Que unos pocos, esos que acusan y llevan a la hoguera del menosprecio, de la burla interesada, de la autoafirmación de una masculinidad de caverna, puedan silenciar de golpe el derecho a ser distinto y bueno y noble y sagrado. Por eso, hoy recuerdo ese verso de Federico, que la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.

Gema Monlleó, Poeta

Abandonar la razón, el ventrículo derecho, las pestañas húmedas de hiel. Pronunciar los nombres, las demoras, los afectos. Ladrar seis veces perdiendo los miembros, la retina, los rizos, la médula, un gemido, la fe.

Diecinueve años después, Pau Casals y Antonio Machado

Diecinueve años después y algunos días más tarde, un músico con sombrero cruza el umbral de un camposanto. Es una tarde de grises que pugnan entre sí. El músico lleva abrigo pues hace frío. Camina entre las lápidas que algún día fueron de marmóreo blanco cenital hasta encontrar su destino, una tumba sencilla.

astenia

vamos al revés: mientras el mundo trata de sobrevivir aprendiendo a aferrarse a cada momento, aquí, desde el cansancio de invertir en lo efímero, sólo queremos las alas imperfectas del mañana. nunca un espacio tan reducido se había parecido tanto a una ciudad, ya que la ciudad asume pronto el reflejo de quien la distorsiona,…

Entrevista a Pedro Casariego Córdoba. No hay titular, éste es el titular

“Abrí la puerta. No había nada. Me había puesto mi paracaídas. Mi paracaídas singular se abrió. Como los hormigueros en primavera. Como el vientre de la nieve cuando recibe a los jinetes. Salté. Sin prisas. Para abrazar aviones. Porque sí. Con toda la razón del mundo. Con todos los papeles en regla. Un salto impetuoso. Sin memoria. Un salto…

monedas al río

lo primero que perdí
fue la tarde; empecé a repartir
tarjetas y paquetes
demasiado pronto,
pero me propuse recuperarla,
iluso y ya cansado, para el último
año de carrera