Tiene una cosa buena esto de la mascarilla,
yo en concreto respiro mejor,
la nariz se me abre,¿tú no?
Mmm
¿Quieres que te regale un puzzle?
La niña y su padre ríen en silencio
rogando que se calle
Poetas
Cuesta admitir, con el hígado y todas las neuronas, que un ser no pueda expresar su íntimo desahogo con la vida y el mundo. Que unos pocos, esos que acusan y llevan a la hoguera del menosprecio, de la burla interesada, de la autoafirmación de una masculinidad de caverna, puedan silenciar de golpe el derecho a ser distinto y bueno y noble y sagrado. Por eso, hoy recuerdo ese verso de Federico, que la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Coca poetisa
Mastica la hoja para que este dolor se duerma y soportes la tiranía.
Que este sabor amargo alivie tus pesares y te dé fuerzas para seguir aguantando…
!No! saborea su elixir para tener ánimos y luchar, basta de bajar la cabeza, olvidar e ignorar y como bestias sumisas resistir el yugo.
Y si conseguimos por fin un utópico espacio
de expresión corporal
bailando ballet o cantando flamenco
o una pared blanquísima donde colgarnos y exhibirnos
Abandonar la razón, el ventrículo derecho, las pestañas húmedas de hiel. Pronunciar los nombres, las demoras, los afectos. Ladrar seis veces perdiendo los miembros, la retina, los rizos, la médula, un gemido, la fe.
Diecinueve años después y algunos días más tarde, un músico con sombrero cruza el umbral de un camposanto. Es una tarde de grises que pugnan entre sí. El músico lleva abrigo pues hace frío. Camina entre las lápidas que algún día fueron de marmóreo blanco cenital hasta encontrar su destino, una tumba sencilla.
vamos al revés: mientras el mundo trata de sobrevivir aprendiendo a aferrarse a cada momento, aquí, desde el […]
Me extiendes,
las piernas dilatadas contra el techo,
hasta convertirme en una multitud
y después pretendes
que continúe llamándome mujer.
“Abrí la puerta. No había nada. Me había puesto mi paracaídas. Mi paracaídas singular se abrió. Como los hormigueros en primavera. Como el vientre de la nieve cuando recibe a los jinetes. Salté. Sin prisas. Para abrazar aviones. Porque sí. Con toda la razón del mundo. Con todos los papeles en regla. Un salto impetuoso. Sin memoria. Un salto…
Encontrar el camino más corto a tus labios.
Esperar sentado en la antesala de tu alma.
Aguardar paciente que amanezca tu sonrisa.
Conservar tus enfados como flores secas.
Quise ser tú,
por un instante, quise
convertirme en ti.
“Pero hay batallas a las que
simplemente
debes renunciar”,
escribiste
alguna vez.
lo primero que perdí
fue la tarde; empecé a repartir
tarjetas y paquetes
demasiado pronto,
pero me propuse recuperarla,
iluso y ya cansado, para el último
año de carrera
A quienes salimos de casa sin un peso en los bolsillos
y la cabeza ardiendo por tantos sueños
y un montón de frases regadas en el cuerpo de la madrugada
en busca de una chica en la barra de un bar
Esta noche beberé junto a la muerte
Entre el vino y la confianza una apuesta ofrecí
¿Si me das tiempo un corazón duro tendré?
Afortunados de haber conocido a Robinson Quintero Ruiz, poeta colombiano de Barranquilla, que nos ha regalado cuatro momentos con Bowie, Bukowski, Tom Waits y Leonard Cohen, incluidos en su poemario inédito “Partículas elementales”. Hoy publicamos los dos primeros.