Madcool, como el resto de festivales, es un crisol de tribus musicales que ya no son tribus, sino cada vez más un hervidero de individuos que se declaran eclécticos y cuya imagen va de una pareja de emos o seguidores de Tool, casi desnudos y con el cuerpo y la cabeza tatuados con figuras ovaladas en tinta negra, a un agroelectrónico con gorrilla del equipo ciclista Reynolds de hace 40 años sacada de algún pajar o almacén.

Memorable concierto de una banda que va a crecer y hacerse masiva en los próximos años, alternaron perfectamente los medios tiempos de bailes acompasados sureños en espera de la tormenta, que algunas veces llegaba al final de la canción con cuerdas de todos las texturas tronando a la vez y otras esperaba al siguiente tema que hacía escuchar alaridos y “¡jihas!” entre los cuatreros del público.

The Dead South nos lleva a Louisiana con sus veloces riffs de guitarra, banjo, mandolina y violonchelo, una banda teóricamente de bluegrass en la que el violín no es titular de partida, una banda de actitud punk y metalera sin batería ni guitarra eléctrica, una banda que reverencia el folk tradicional -no sin reírse de sus modos más extremos.
¡Una banda de folk bluegrass que nos lleva al Gran Sur pero son de Canadá!

Trooper viene a significar en castellano soldado de caballería, y la canción hace referencia a un episodio marcado con letras de sangre en la Historia militar británica. Entre 1853 y 1856 se estaba disputando la guerra de Crimea entre el Imperio Ruso y una entente de otomanos, franceses, británicos y del reino de Cerdeña unidos para aplacar las ansias expansionistas de los Romanov.

Llevo meses escuchando de vez en cuando el fanzine-disco “Antipersonal”, que Kike M amablemente me hizo llegar el año pasado y lo primero que debo decir es que la contracultura, la cultura alternativa, sigue teniendo artistas jóvenes que artesanalmente buscan espacios, plataformas y modos de comunicación que se ajusten a su mensaje sin ajustar el mensaje a los medios.