¿Tomarías un tren a ninguna parte?
Yo lo hice.
Todos los miércoles.
Salía temprano, llegaba tarde.
No recuerdo bien si yo andaba buscando ese tipo de tren o él me buscaba a mí.
Cada mañana de los miércoles, bien temprano, yo tomaba mi billete y entraba en la estación azul de los trenes a ninguna parte.
Conversamos con Lorenzo Silva en su entrevista Proust 1.0
“…Hace medio siglo, los españoles, que veníamos de la historia más triste y oscura, supimos encontrar razones comunes para superarla. No todo se hizo bien, no se fue justo con muchos de los que sufrieron esa historia, tampoco se asumieron todas las responsabilidades. Pero no parece que sea mejor este momento donde tantos españoles parecen engolosinados con la idea de avasallar a sus oponentes y hacer un país que los excluya, aplaste o expulse. Esa técnica ya la hemos ensayado mucho en los últimos doscientos años y la Historia es implacable: fracasamos siempre.”
El color de las burbujas. Elsa Calvo González
He rogado una y otra vez a la mar que me sacudiera de dentro a fuera, -aún más de profundo, allí donde nazco- y que entre los cuerpos que arrastraba la marea estuvieras tú. Y te lo dije, te lo dije, te lo dije: “bésame cuando tus pulmones se llenen de agua y naden peces. Hazlo como si tu boca fuera una pecera y estuviera llenita de vida, llenita hasta que la vacían.”
Crápulas y amazonas en la noche de Roppongi
Exactamente hace una semana terminaste el día en un sorprendente antro del distrito de Roppongi. No lejos de la torre de Tokio ni de tu hotel de cinco estrellas en Akasaka, pero al menos tú no sabías cómo llegaste allí ni cómo volverías.
Redes, tanatorios y canciones largas
Joder, unos treinta años sin verle y ahora vuelven su pipa y su sombrero, su barba, su ingenio, su oratoria, su humor cínico e inteligente, su desprendimiento, su distancia de todo, su verdad.
A veinte metros, Itaewon
A veinte metros de la muerte, un mes después la vida sigue adelante, abrazándonos y quemándonos con todo el hielo de esta madrugada.
Roger Waters, a 50 años de “The dark side of the moon”
Suena “Mother”, del álbum “The Wall”, esa pétrea obra maestra de 1979, esas sinfonías de diez minutos que nos retrotraen a nuestra primera infancia, al rock conceptual y sinfónico que giraba lentamente a 33 rpm en giradiscos dentro de maletas de madera y posteriormente en equipos hifi en mueble acristalado.
Diada de la madre y la hija pródiga
—Ah, pero para que veas tú cómo son las cosas, el día después del ataque a las torres, justo cuando estaba preparando mis maletas para venir, tuve una revelación, un satori. En medio del olor a humo y a carne humana vuelta chicharrón que lo impregnaba todo, comprendí que estaba viviendo de prestado. Me dije que cualquier día podía caerme en la cabeza un avión o un cohete espacial o un asteroide y que no valía la pena seguir esperando para satisfacer los dictados de mi vagina, o los anhelos de mi corazón. Y me sentí dispuesta a apostar por la relación. A comprometerme. A llevarme a Maiviz de aquí, para empezar una nueva vida, juntas en Nueva York. Si me deja luego, al carajo, que me quiten lo bailao. Pero yo sé, lo sé en el fondo de mi pecho, o en las bolsas de mis ovarios, donde se saben bien las cosas, que no me va a dejar.
conócete a ti mismo
he salido con la copa
al balcón a observar la pura inactividad
de todos aquellos pájaros que, durante
esta vasta tormenta, renuncian a su vuelo
-casi me obligo a pensarlo-,
por mera supervivencia.
Los conciertos de nuestra vida
Hoy recuperamos esta sección e invitamos a tod@s para que nos mandéis esas entradas que guardáis como oro en paño (acompañadas de una o dos frases, lo primero que se os venga a la mente al recordar aquel día).
Historias de perros y de perros
Cientos de chalets acosados : acosado por el vecino, por la pareja, por los hijos, por los suegros y cuñados, por la música y la barbacoa cercana, por la bronca de madrugada, por algún polvo veraniego escandaloso con las ventanas abiertas, que nos mete presión y hace pensar si ya pasaron dos semanas, por los coches aparcados sobre las aceras obligando a pasear por el arcén, por el Mercedes de cuatro casas más arriba y por los perros que ladran a las 7:15 aunque haya vacaciones.
Lo vivido, vuelve la poesía de Freddy Santos
Con el paso de los años,
he aprendido:
Que solo se recuerda lo vivido.
Que es más difícil soltar que agarrar,
que al principio desdeñas lo que tienes y
acabas amando lo poco que te queda.
El hijo, de Gina Berriault. Una soledad inabordable
Confesión: sufro cierta adicción por las historias turbias. No, mejor no, rectifico. Gozo con mi adicción a las historias turbias. Sí. Mejor así. Y con El hijo (Muñeca Infinita, 2022), la perturbadora novela de Gina Berriault (Long Beach, California, 1926-1999) mi adicción se ha colmado.
Extrañamiento de viajantes
Es embarazoso. Como el hecho de cenar solo.
Existe una cierta dignidad en ello pero yo no la encuentro, me gustaría apostarme junto a la mesa de seis universitarios que hablan entusiasmados, alguno de ellos es psicológicamente caracterial y se agarra al móvil para sobrellevar mejor su desplazamiento.
Desnudos en la lluvia, cuento de psiquiátricos de provincias
Carreño tiene la cara angulosa, morena y agujereada. Su dentadura amarilla es como un piano maltratado por el tiempo y su risa es escandalosa y febril. No le importa tener pocos dientes a su edad: unos treinta y cinco. Sin duda, el tahúr repartió las cartas y los ases fueron a las manos de siempre.
– Estaba en Las Ramblas de Barcelona y me echaron las cartas. El de Marsella no; el brasileño, que es el bueno aunque más peligroso. Me dijo: ” Muchacho, nunca he visto a nadie que me saque tres comodines. Tú vas a tener estrella, victoria y luz pero el dinero no lo verás. El poder no está hecho para ti “. Y aquí estoy, sin un duro porque no lo quiero. Yo he prescindido de los bienes terrenales. Sólo necesito tabaco, café, mis walkman y un saco de dormir.