Infinitivo
Encontrar el camino más corto a tus labios.
Esperar sentado en la antesala de tu alma.
Aguardar paciente que amanezca tu sonrisa.
Conservar tus enfados como flores secas.
Robar más minutos al día pensándote.
Sentir que un abrazo tuyo es como un árbol
que me ayuda a crecer contigo más alto.
Desear tu piel como la oscuridad desea
la luz de una estrella.
Odiar cada minuto que te hace lejana.
Amar la vida porque tú estás en ella.
Tener miedo al olvido, la única muerte verdadera.
Viajar por tu sangre hasta la última esquina
de tus venas.
Aparcar en lo prohibido de tu corazón
y que me multes cada noche en tu cama.
Saltar juntos, sin paracaídas,
al cielo de nuestros cuerpos enlazados,
que frenarán la caída.
Pasar junto a tu puerta y que me abras siempre.
Escucharte, mirarte, tocar y oler y gustar todo de ti,
multiplicando los sentidos.
Llenarte de infinitivos mar adentro,
en tus aguas profundas.
Noches perpetuas
Que cada noche sea noche de bodas
Que no se ponga la luna de miel
Que todas las noches sean noches de boda
Que todas las lunas sean lunas de miel
Joaquín Sabina
Cuando pienso en las noches de soledad,
me acuerdo de las noches perpetuas,
de aquellas que viví y, por supuesto,
de las que aún no he vivido.
Noches de tregua, que el poeta cantó
como noches de boda.
Noches para los cuerpos entregados
a una única respiración, privilegiadas en el recuerdo,
como las noches más felices de nuestra vida.
Noches donde leemos en otra piel, en otro pulso,
lo que no dicen las palabras, tan diurnas.
Noches perpetuas que duran más que el día útil
de los mercaderes.
Tal vez por eso, hoy busco,
entre la miseria de las horas,
el verso que transporta, que hace el pequeño milagro
de encender el deseo de vivirlas de nuevo.
¿Qué te dejan esas noches perpetuas?
¿Qué luna grande y extraña dejan en tu corazón?
¿Cómo no amar su lejano perfume,
sino en el verso que espera, como un amigo,
anunciar la llegada de una noche perpetua contigo?
Nostalgia de cuerpo
Si alguien viniera de algún
lugar lejano, de alguna estrella
amiga, para saber qué
es esto del amor, esta necesidad
de besar más adentro del beso,
y abrazar más extendido
que el abrazo, este acercar
su imagen, en la distancia,
con los pobres adelantos
de la técnica humana,
ya sabéis, móviles, facebook,
instagram, whatsapp;
si alguien viniera, amor,
con nostalgia olvidada de un cuerpo,
como un eco en el sueño,
como el olor de una rosa
que buscara sus pétalos,
y extrañamente universo
pudiera visitar un solo cuerpo
destinado a la caricia,
invitado especial de nuestra casa encendida,
alma extranjera asomada a los ojos,
labios, manos, de la persona amada,
si le dejáramos en la habitación íntima
de su piel, su boca ocupando hasta el aire
del abrazo que arde como una llama,
y viera sus ojos y sintiera su pulso que acelera
como las olas negras de ese mar universo
del que viene, tan solo siempre, náufrago
de algún cuerpo olvidado,
y pudiera sentir cómo dos ríos
se hacen mar en único abrazo final,
entero, líquidamente entero de dos almas,
entregando su cauce para nacer ya otro,
comprendería nuestro afán azul,
comprendería nuestro énfasis de piel y corazón,
comprendería este quererse como materia,
esta residencia en la tierra de otro ser,
comprendería, entonces,
alma errante del espacio oscuro,
tal vez un ente descorporizado
con una nostalgia infinita del cuerpo
que se da y se busca en este tiempo
y este espacio, que gracias a la voluntad
del amor, ya había llegado
a la última frontera del universo.
Alas de una despedida
Al mundo cómo nos llegamos
despiertos en una fría soledad
que se hace caliente en tu piel,
tan de repente, madre universo,
extraños para afuera
de la expulsión de ti
para conocerte en otro paraíso,
en tus brazos de material presente,
eternamente náufragos
de tu casa vacía ya,
porque yo soy el que te llega
desde lejos, desde las oscuras
promesas de la sangre,
de lo divino hecho genoma,
de lo telúrico multiplicado en cada
peldaño de las generaciones,
del ala de una estrella
y al que dejaste
tus dos alas para volar sin ti.
Yo soy también el que te abraza
en la última hora, en una cama de hospital
pidiendo estar dentro de ti
y marcharme contigo.
Yo quiero ser tu selva oscura
y no jardín cerrado.