A veces se sentaba en el sofá,
miraba por la ventana,
saludaba feliz a los turistas
y se rascaba la oreja
en un enfermizo gesto.
Totalmente hipnotizado
dormía al sol sin gafas.
Etiqueta: escritoras
Frontera y Caracolas infinitas, de Gema Monlleo
Tengo en el sexo un fósil
una perla negra
una tormenta de Turner.
Tengo una falla inversa.
Gema Monlleó, Poeta
Abandonar la razón, el ventrículo derecho, las pestañas húmedas de hiel. Pronunciar los nombres, las demoras, los afectos. Ladrar seis veces perdiendo los miembros, la retina, los rizos, la médula, un gemido, la fe.
Literatura femenina: zánganos, gringos viejos, Versaces y amigas
Para comenzar, les contaré que acabo de separarme de mi novio Yoanel, alias El Zángano. Sí, queridísimas. Lo mandé de vuelta a Miami con una patada por el trasero y todavía ha de estar volando. Pero para saber cómo fue la cosa, y qué tiene que ver el chisme con la literatura femenina, se necesita una introducción. Así que óiganme.
Mary Shelley: la mujer y su Criatura
Mary, la huérfana. Mary, la medio hermana. Mary, el ojito derecho papá William Godwing (y también su seguro de vida económico una vez se escapa con Percy B. Shelley). Mary, la que gustaba de encerrase a leer en el cementerio junto a la tumba de su madre (Godwing la enseñó a leer siguiendo las letras de la lápida de Saint Pancras): “los cementerios le pertenecían por derecho de escritura, eran su zona literaria”. Mary, la amazona precursora de la sci-fi. Mary, la del respeto a la muerte desde el no-temor a la muerte.
Poesía de Paula Arbona, jóvenes voces y palabras mayores
Me extiendes,
las piernas dilatadas contra el techo,
hasta convertirme en una multitud
y después pretendes
que continúe llamándome mujer.
De peces y otros puntos
Don Eusebio es el único que se preocupa de que nos convirtamos en hombres y mujeres de provecho. Si no fuese por él, estaríamos todos “boqueando en el proceloso mar de la incultura que baña las costas de nuestra sociedad actual”. Eso no lo digo yo, lo dice él. Dice muchas cosas don Eusebio.
Carta de amor a Karen Blixen
“¿Conoce África una canción sobre mí?”
Hoy no escribo una reseña, ni una crítica, ni una crónica, ni un poema. Hoy escribo una carta de amor. Una carta de amor a Karen Blixen.
Esta noche beberé junto a la muerte
Esta noche beberé junto a la muerte
Entre el vino y la confianza una apuesta ofrecí
¿Si me das tiempo un corazón duro tendré?
Margarita del Brezo, Premio de Relato Corto Iberdrola y Zenda
Hoy queremos compartir el cuento de Navidad “Conjuntos disjuntos”, con el que nuestra colaboradora habitual Margarita del Brezo ha ganado el Primer Premio de Cuentos de Navidad organizado por Iberdrola y Zenda.
Microrrelatos de alas rotas
Estas alas de plástico servirán para volar hasta donde tú estés. Compruebo el traje, los arneses, el casco, las gafas… Dos veces, como siempre me decías. Si me vieras estarías orgulloso.
El día que volví a ayer, adolescencia y periodo especial en Cuba
Quince años después, en el noventa y cinco, La Habana se debatía en medio del período especial, un tiempo surrealista en que los ómnibus se convirtieron en camellos y las íntimas en trapos viejos. La carne de res se transmutó en pasta de oca y el pan con algo en pan sin nada. La falta de vitaminas nos volvió más pálidos que el personaje de Lugosi y los cines oscurecieron sus pantallas; no había electricidad para Abbot, Costello, Delon o sus sucesores en el favor del público y de las fancitas.
Si te preguntara y me preguntaran, por Artista Marciana
Creía que el mundo se acababa en la noche
pero el mundo ardía en la mañana
y seguía allí después de todo
Sara Nieto, relatos sobre distancias cortas
Hoy damos la bienvenida como parte de “la banda de Jonk a Sara Nieto”, magnífica escritora madrileña de microrrelatos y relatos breves sobre esas distancias cortas que tanto nos gustan, viajes cercanos que también existen y para los que más vale ir ligeros de equipaje. Ya habíamos publicado microrrelatos suyos pero hoy pasa a ser “una de las nuestras”. Esperemos que os guste.
Sesión de tarde
La gente, tambaleándose los que consiguen ponerse en pie, emite gritos efervescentes para que les devuelvan su dinero mientras la señora muy delgada de la sexta fila —(y que conozco de la terapia)— planea sobre el público con cara de éxtasis y la falda y el moño alborotados.