Taxi driver, microrrelato de Robinson Quintero

La ciudad está llena de fantasmas. Nueva York es una ciudad que arde. Tú haces parte de la cultura del trabajo y el esfuerzo. Eres Travis Bickle. Eres un veterano de Vietnam. Sabes que tienes una misión encomendada. Una misión que debes terminar a toda costa. Limpiar las calles de tanto animal nocturno es tu…

Raúl

Su presencia dejó de perturbarme cuando lo imaginé gato.

Good bye, Norma Jean Baker

Microrrelato sobre la soledad de Norma Jean Baker, la novia del mundo, por el colombiano Robinson Quintero

Un libro entre escombros, microrrelato de Freddy Santos

La estación de rescatar libros ya había pasado. Había sido una estación muy tormentosa, con muchas lluvias, pero también con intermitentes y maravillosos días de sol. Había sido también una estación de noches cálidas, serenas, mágicas de esas donde las estrellas parecen extender un manto uniforme, brillante y protector sobre los sueños de los hombres.

Aves de corral, otro regalo de Margarita del Brezo

Harta. Estaba harta de que me estrujasen como a una uva pasa, de sus exigencias sin descanso, de correr a todas horas. Estaba a un tris de llegar a ese punto en que uno empieza a quebrarse, ¿sabes cómo te digo? Primero es una esquirla apenas perceptible en el hombro. Luego llega la enésima decepción y la esquirla se abre, florece, y una fina y delicada grieta se va expandiendo por el omóplato, atraviesa la columna vertebral, llega hasta el brazo y entonces, al mínimo contratiempo, la grieta que era solo un corte profundo y doloroso pero apenas visible se desborda, crece, se estira, te envuelve, te atrapa como la seda de un gusano y, ¡zas!, sin darte cuenta te has convertido en un capullo. Un capullo sin mariposa.

Nuestro barrio, microrrelato de Freddy Santos

“Siempre será nuestro barrio. Aunque nadie nos conoció ni nos conoce ahora. Nadie sabe tu nombre y, sin embargo, por él yo hubiera, ese día, amurallado el lugar. Debí alzar barricadas como en el “Dos” y apostar en cada extremo los dos exiguos cañones de Daoiz y Velarde.

Un viaje a ninguna parte

¿Tomarías un tren a ninguna parte?
Yo lo hice.
Todos los miércoles.
Salía temprano, llegaba tarde.
No recuerdo bien si yo andaba buscando ese tipo de tren o él me buscaba a mí.
Cada mañana de los miércoles, bien temprano, yo tomaba mi billete y entraba en la estación azul de los trenes a ninguna parte.

Boston, microrrelato de Carlos Aymí

Nunca se descubrió la identidad de la víctima y el informe forense llegó a pírricas conclusiones; varón, caucásico, en torno a cuarenta años y muerte por parada cardiorrespiratoria sin aparentes signos de violencia. A saber, me dijo un amigo médico. El bosque lo mató, dije yo.             En el pueblo, cada quien esbozó su propia…

Cuento de mala calidad, de Margarita del Brezo

Ajeno a todos estos pensamientos y emociones, el cuento de Cenicienta se bate contra las olas en una lucha feroz y desigual. Intenta mantenerse a flote apretando firmemente sus páginas, cada vez más húmedas, en un intento desesperado de mostrar resistencia al tempestuoso líquido que le azota el lomo y se cuela ora por el flanco de su cubierta, ora por el de la contraportada, como un ejército de gotas infinitas pertrechadas con balas de espuma y sal.

Espectáculo, microrrelato sobre el hecho de escribir

Tuve que vender el coche y el reloj de oro de mi esposa para conseguir una entrada en la reventa, pero por nada del mundo iba a perderme el espectáculo del que ya se consideraba como el escritor más grande de todos los tiempos.

La orilla, historias de sirenas por José Díaz de Cerio Jackson

  Llevo ya más de cuatro años viniendo aquí, desde que decidiste saltar desde lo más alto del trampolín, desnuda, realizando un salto mortal hacia lo más profundo del mar. Buscándote. Esperando verte aunque sólo sea un segundo. Aunque sólo sea el eco de tu sombra. O tus burbujas. Sería suficiente. Sentirte una vez más.

Breviario y retales de tiempos raros

Todos los viernes toma un tren de regreso a casa. En el andén 27 de la estación central de Múnich, Cada viernes, somnoliento, camina por las frías aceras a veces nevadas y siempre heladas. Todos los viernes toma un café. Un café y un croissant, en el quiosco de la estación: La brioche dorée.

Microrrelatos de alas rotas

Estas alas de plástico servirán para volar hasta donde tú estés. Compruebo el traje, los arneses, el casco, las gafas… Dos veces, como siempre me decías. Si me vieras estarías orgulloso.

Sitios soñados

En Montevideo
Desconozco si esto es Uruguay
Pero en Uruguay
Los perros dejan huellas
Y no vi más que un perro tumbado
Muchos hombres con remeras
Que se sacan y hablan solos
En grupo, al paseante
O cantan himnos supuestamente futbolísticos

Origami, historia de amor y muerte

Nueve de agosto de 1945. Lleva ya tres días de viaje, la mayor parte a pie. Sólo ha comido un cuenco de arroz que alguien le ofreció. El cansancio y las imágenes que ha visto le pesan como fardos de arena en las espaldas. Le duelen los pies, y sobre todo los oídos. Pero no le importa.