¿Tomarías un tren a ninguna parte?
Yo lo hice.
Todos los miércoles.
Salía temprano, llegaba tarde.
No recuerdo bien si yo andaba buscando ese tipo de tren o él me buscaba a mí.
Cada mañana de los miércoles, bien temprano, yo tomaba mi billete y entraba en la estación azul de los trenes a ninguna parte.
Los vagones van vacíos y el paisaje es hermoso y cambiante. Cuando llegas a destino, te apeas y respiras, respiras y miras, te preguntas si podrías vivir allí y vuelves de regreso a casa.
Siempre regresas por un camino distinto porque es una de las premisas de este tipo de viajes. El paisaje nunca se configura de igual forma y mantiene siempre tu atención e interés. A no ser que duermas, también puedes dormir en los trenes a ninguna parte, porque lo necesites o por placer. No se sueña en el trayecto, se sueña después … Es una de las ventajas, entras en breves trances donde no eres más que un tipo descansando que ni viene ni va a lugar importante alguno.
Los trenes que van a lugares suelen ir llenos y la gente no habla mucho.
Aquí no hay apenas nadie y al estar solos hablamos más. Puedes ser quien quieras en los trenes a ningún lugar, puedes incluso no ser. Es otra de las condiciones del billete, puedes inventar ser quien quieras siempre y cuando te comportes como tal y no dañes. No se puede dañar, ni romper nada, todo debe volver a su sitio tras el trayecto.
Durante ese tiempo coincidí con gente que también gustaba de tomar este tipo de trenes y charlábamos.
Prohibido venir de algún lado e ir a otro lugar, lo pone en las normas de obligado cumplimiento.
Tampoco sabes nada de distancia ni velocidad, ni hay reloj, ni café, ni paneles indicativos, solo grandes ventanales y cómodos asientos.
Tan pronto es de día como de noche en el tren a ninguna parte y contar estrellas es una de las principales atracciones y divertimentos de los pocos viajeros que te encuentras.
Como ya digo no sale de estación fija y no tiene horarios definidos, pero yo lo tomaba los miércoles, temprano, en la mañana.
Hace tiempo que ya no lo tomo,
ahora siempre voy a algún lugar,
afanado como todos,
presuroso de llegar.
Imagen : Marco Ortolán