Boston, microrrelato de Carlos Aymí

Bosque en otoño

Nunca se descubrió la identidad de la víctima y el informe forense llegó a pírricas conclusiones; varón, caucásico, en torno a cuarenta años y muerte por parada cardiorrespiratoria sin aparentes signos de violencia. A saber, me dijo un amigo médico. El bosque lo mató, dije yo.

            En el pueblo, cada quien esbozó su propia teoría. No era uno de los nuestros y eso disparó la imaginación sin reparos, que si un dominguero extraviado, que si un ajuste de cuentas, que si un fugitivo de otro país… Pocas cosas ofrecen más versiones que un cadáver.

            El cuerpo lo halló Paco y su jauría. Buscaban perdices, pero encontraron una inesperada caza mayor. Nadie reclamó los huesos y poco más que huesos quedaba (aparte de la nota), cuando los pointers hocicaron los restos. Las aves carroñeras y los gusanos habían hecho su trabajo. Sospecho que al tipo no le importó.

            También me gusta pensar, ahí va mi teoría, que fue un héroe caído en el último momento, que sabía lo que tenía que hacer y que estuvo a punto de lograrlo. Lo reconozco, tal vez las historias que mi padre me contaba de pequeño colorean el lienzo.

            El bosque es un lugar tan bello como traicionero, tan paraíso como ciénaga, la prueba que debes atravesar si quieres llegar a la dama o al trono. El bosque, en definitiva, es el dragón. Ahora bien, lo malo de los cuentos es su final feliz, al menos para el protagonista, mientras que a todo protagonista o secundario, fuera del cuento, quién lo puede negar, siempre nos da por morirnos. En ese repliegue, en ese chirrido, se juega la vida.

            No queda mucho más por decir, si acaso, reiterar que estoy seguro de que el varón, caucásico, que rondaba los cuarenta, quiso probarse en el bosque y, aunque cayó intentándolo, murió sin arrepentirse. Por supuesto, nada de lo que he dicho explica la nota que se encontró en el forro de su chaqueta convertida casi en raíces, pero qué puede explicarse a estas alturas. De la nota solo se conserva una palabra: Boston.


Carlos Aymí Romero

Guadalajara (España)