New Jersey. Años 70. Mafia, violencia, asesinatos, extorsión.
Y sexo. Y alcohol. Y traiciones.
Y brutalidad. Y sordidez. Y salvajismo.
Todo ello es Ciudad muerta, la novela escrita por Shane Stevens (Nueva York, 1941-2007) en el año 1973, de la que destaco la fecha de publicación original ante cualquier paralelismo con Los Soprano o The wire, ya que es de justicia señalar que el antecedente (si se quiere buscar) es esta novela y no al revés.
novela
Ayer fue 14 de julio, fiesta nacional de Francia, y queremos celebrarlo recordando “Sumisión”, de Michel Houllebecq, y “Mis estrellas negras”, de Lilian Thuram, dos libros magníficos que invitan a reflexionar sobre la igualdad, el racismo, el heteropatriarcado, la familia, los estallidos de violencia y la violencia latente en nuestras sociedades.
El próximo 22 de mayo se cumplirán cinco años de la muerte de Philip Roth, escritor norteamericano de ascendencia judía…
… The New York Times pidió a doscientos escritores, críticos, editores y estudiosos de la literatura que eligiesen la mejor obra de ficción estadounidense de los veinticinco años anteriores. Citaron 22 obras, y seis de ellas eran de Roth.
“…Hace medio siglo, los españoles, que veníamos de la historia más triste y oscura, supimos encontrar razones comunes para superarla. No todo se hizo bien, no se fue justo con muchos de los que sufrieron esa historia, tampoco se asumieron todas las responsabilidades. Pero no parece que sea mejor este momento donde tantos españoles parecen engolosinados con la idea de avasallar a sus oponentes y hacer un país que los excluya, aplaste o expulse. Esa técnica ya la hemos ensayado mucho en los últimos doscientos años y la Historia es implacable: fracasamos siempre.”
Confesión: sufro cierta adicción por las historias turbias. No, mejor no, rectifico. Gozo con mi adicción a las historias turbias. Sí. Mejor así. Y con El hijo (Muñeca Infinita, 2022), la perturbadora novela de Gina Berriault (Long Beach, California, 1926-1999) mi adicción se ha colmado.
“No hablaría de perdedor. Hay una épica de quien, a pesar de todo, se levanta del suelo y sigue luchando. Pero es que no hay otra. Todos vamos en busca de una idea de belleza, de esplendor…”
Es difícil escribir de Putas para Gloria, el mítico libro de William T. Vollmann (Los Ángeles, 1959), sin decir más de lo debido. El argumento es el malvivir de Jimmy en el Tenderloin, un barrio de prostitución y drogas, mientras espera/invoca a Gloria. Pero ¿es esta una novela sobre la espera? Creo que no.
Ian McEwan ha ido derivando de un erotismo voyerista, pasando por cierto moralismo, hasta llegar a una narrativa llena de sátira social y tan politizada como divertida
Kent Anderson fue miembro de las Fuerzas Especiales A-101 Mai Loc de ese ejército. Compasión por el diablo es una novela. Kent Anderson es real. ¿Será esta una novela basada en hechos reales? Creo que los altos mandos del ejército de entonces y los políticos del momento preferirían que no. Pero me temo que sí.
Al comienzo de la Gran Guerra, con veinte años de edad, Joseph Roth se enlistó en el cuerpo de voluntarios. Estuvo en el frente durante ocho meses y formó parte de las fuerzas de ocupación en Ucrania. Después de ser apresado y pasar un tiempo en la cárcel logró escapar y viajó a Viena. Ahí comenzaría la vida errante de Roth.
Empezar una novela de Chris Offutt es como saltar desde un trampolín olímpico, no se puede empezar “de a poquito”: en unos segundos quedas completamente sumergida. Primer capítulo, 3 páginas: un personaje, una colección de sueños rotos y de contradicciones morales, cierto hastío vital epidé(r)mico, la tan cotidiana necesidad de evasión y el capitalismo más impúdico expulsando a los no elegidos.
Mary, la huérfana. Mary, la medio hermana. Mary, el ojito derecho papá William Godwing (y también su seguro de vida económico una vez se escapa con Percy B. Shelley). Mary, la que gustaba de encerrase a leer en el cementerio junto a la tumba de su madre (Godwing la enseñó a leer siguiendo las letras de la lápida de Saint Pancras): “los cementerios le pertenecían por derecho de escritura, eran su zona literaria”. Mary, la amazona precursora de la sci-fi. Mary, la del respeto a la muerte desde el no-temor a la muerte.
Cerrar un libro y querer volver a empezarlo. En el mismo momento en que lo cierras. Decirte “ni hablar, yo de aquí no salgo”. Imaginar que todavía no conoces a Eileen, Cowboy y Jim (a Sandino sí, claro) y que vas a poder (re)descubrirlos poco a poco y otra vez.
El mejor Offutt regresa a Kentucky, a las montañas de los Apalaches, al barro que succiona las botas, a las puertas mosquitera y las armas como prolongación natural de las manos. A las lechuzas, las serpientes, las zarigüeyas, las mulas como poste (sic) de un porche…
Desde el Puerto de Navacerrada, controlado por la República, hasta La Granja, en manos de los franquistas, se extiende una extensa tierra de nadie. Un grupo de guerrilleros dirigidos por el dinamitero norteamericano Robert Jordan, desde una cueva junto a Siete Picos, planea volar el Puente sobre el río Eresma para truncar el avance de los nacionales.