Ayer fue 14 de julio, fiesta nacional de Francia, y queremos celebrarlo recordando “Sumisión”, de Michel Houllebecq, y “Mis estrellas negras”, de Lilian Thuram, dos libros magníficos que invitan a reflexionar sobre la igualdad, el racismo, el heteropatriarcado, la familia, los estallidos de violencia y la violencia latente en nuestras sociedades.
El 14 de julio de 1789 la masa encolerizada tomó la Bastilla y se inició la cruenta revolución francesa que sólo un mes después trajo la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano y que finalmente derivaría en las bases del sistema democrático, inexistente hasta entonces.
En 2005 más de 5.000 coches fueron quemados en las calles de Toulouse y de París, declarándose el estado de alarma -aquella noche cené en un restaurante de Ópera con un paisano de Albacete y en el paseo posterior nos extrañó que no hubiera nadie en la calle, dos marcianos en mitad de la tormenta pero ésta tenía el núcleo en las banlieues– y la semana pasada se han producido violentas manifestaciones y actos de vandalismo como reacción a la muerte de un adolescente de origen argelino por disparo de la policía. Un ex candidato del partido Reconquête! (Reconquista), Bruno Artal, escribió en Twitter que preferiría “ver una escoria muerta que un policía muerto”.
Hoy me gustaría sugeriros dos libros que hablan de la búsqueda de la igualdad, de racismo, de islamismo, de política y el supuesto mal menor, de relaciones entre hombres y mujeres.
Dos bombas literarias absolutamente necesarias para relativizar nuestras creencias, sean las que sean, y poner en valor los principios que todos deberíamos defender, vengamos de donde vengamos.
El primero es “Sumisión”, un sarcástico artefacto literario de Michel Houllebecq, posiblemente el mejor novelista francés de la actualidad, un personaje polémico que nunca se esconde, un brillante librepensador para una parte de lectores y un provocador, supuestamente misógino y acaso racista, para la otra.
En “Sumisión” (editorial Anagrama, 2015) Houllebecq disecciona un panorama político, atomizado entre numerosas opciones políticas, que conduce a necesarios pactos en las elecciones a la Asamblea Nacional, situándonos en la disyuntiva de ultraderecha o el emergente partido islamista moderado de cara a la segunda ronda.
En ese ambiente, el personaje principal se debate entre sus erráticas y caóticas relaciones amorosas o sexuales, su periplo como profesor universitario -entorno que parece hastiarle- y su mayor o menor conciencia y posicionamiento, siempre cínico, ante lo que está ocurriendo.
Una divertida novela de Houllebecq, que, estando en el Olimpo de la literatura contemporánea francesa, gusta de arriesgar para ponerse y ponernos en la posición del otro, en la nuestra y rebatir ambas hasta obligarnos a salirnos de nuestros habituales registros ideológicos.
El segundo libro es “Mis estrellas negras” (editorial Ara Llibres, 2012), del ex futbolista francés campeón del mundo Lilian Thuram. No se trata de una novela ni de un ensayo, es una colección de ejemplos de vida, en algunos casos pruebas de vida necesarias, de hombres y mujeres de raza negra que consiguieron romper el techo ¿de cristal? que encontraron en sus caminos.
Billie Holiday, Patrice Lumumba, Mathew Henson, Martin Luther King, Barack Obama… pero también numerosos personajes desconocidos para el gran público, como Mathew Henson, primer hombre en pisar el Polo Norte y a quien obviamente se condenó al olvido en favor de quien lideraba dicha expedición, o Aleksander Pushkin -¡¿Pushkin?!-, el poeta ruso que extrañamente no imaginaríamos de sangre negra y de origen etíope a pesar de haber visitado el famoso café de Pushkinskaya, en Moscú.
Lilian Thuram creó en 2008 la Fundación Lilian Thuram, educación contra el racismo, ha sido galardonado con el Premio Seligmann contra el racismo y “Mis estrellas negras” se ha convertido en un libro de éxito desde su primera edición en 2010, no sólo en Francia sino en numerosos países.
En su prólogo a la publicación española, Eduardo Galeano dice:
“En el año 1802, Napoleón restableció la esclavitud en el mar Caribe. Los esclavos negros de Haití, alzados en su rebelión, reaccionaron propinándole la más humillante derrota de toda su vida militar.
Sin embargo, cuando visité por primera vez las islas de Guadalupe y Martinica, hace ya algunos años, me sorprendió descubrir que los textos escolares hablaban a los niños negros como si fueran nietos de Napoleón, y no sus víctimas. Por entonces, supe que un antiguo proverbio africano advertía:
Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacerías seguirán glorificando al cazador”.
Este libro de Lilian Thuram es una gran contribución a esa tarea pendiente: recuperar la memoria que vale la pena recordar, en estos tiempos de amnesia obligatoria en los cuales la memoria colectiva se está convirtiendo en una especie en vías de extinción”.
En definitiva, dos antídotos diferentes pero convenientes contra la estupidez y la radicalización imperantes.
Salud, cultura y abrazos