Extrañamiento de viajantes

Es embarazoso. Como el hecho de cenar solo.
Existe una cierta dignidad en ello pero yo no la encuentro, me gustaría apostarme junto a la mesa de seis universitarios que hablan entusiasmados, alguno de ellos es psicológicamente caracterial y se agarra al móvil para sobrellevar mejor su desplazamiento.

La dignidad de la manada

Una mañana, después de un viaje incómodo en camión, encontré un perro a unos pasos de la carretera. Estaba herido, descarnado, las fauces rojas y espumantes, tumbado bajo un árbol. Respiraba con dificultad. Tenía marcas de mordeduras en el cuello y el lomo. Supe que ese perro era yo. Al otro lado de una línea de arbustos, divisé una manada.

Cruces: amor en tres fases

Ella devuelve las pelotas con parquedad y esa cortesía que permiten los monosílabos. Se entretiene observando el extrarradio anaranjado de la ciudad, los edificios lejanos y las planicies de tierra, margaritas y basura próximas a la M-40.

Una furgoneta amarilla conduce muebles a alguna parte, unas cuerdas sujetan la puerta, el conductor sacude la cabeza rítmicamente. Le dejan atrás y el taxi alcanza velocidad, en la radio resucita una copla.

Ceniza roja: diario de cenizas, de Socorro Venegas

Socorro Venegas escribió Ceniza roja (Páginas de espuma, 2022) hace 23 años, cuando su marido Alan murió de forma súbita. Por prescripción médica volcó sus emociones en fragmentos, sin voluntad de continuidad regular, y aquel diario de duelo insepulto se materializa ahora en un poético libro ilustrado por Gabriel Pacheco.

astenia

vamos al revés: mientras el mundo trata de sobrevivir aprendiendo a aferrarse a cada momento, aquí, desde el cansancio de invertir en lo efímero, sólo queremos las alas imperfectas del mañana. nunca un espacio tan reducido se había parecido tanto a una ciudad, ya que la ciudad asume pronto el reflejo de quien la distorsiona,…

Todo es más grande en Texas

Pantallas de fútbol americano de distintos tamaños hay en todas las zonas no lúgubres del antro, también camareras más allá de sus tacones negros, de sus medias y ligas negras, sus bragas, corchetes, sujetadores prometedores y prominentes. Todo negro. Más allá sólo sus miradas claras y cabellos rubios de innumerables peinados.

miedo y nada

escándalo en la ciudad:
otro día más desperdiciado.
la vida avanza como el agua
cayendo en los ojos

historia de un gesto

a veces me sorprendo esperando
a que respires
y al fin lo haces
y empiezo a observarme
aguardando la próxima vez
esa terca balada de tus pulmones
cansados

Era viernes santo

Ella está haciendo ruido en su habitación, creo que estaba dormida y son las 8:30 de la tarde de un día de abril nublado. De un día más viviendo y dejándose vivir. Sin él y con toda la carga del tiempo y la familia, la carga de los que imponen la alegría a quien ya no la necesita, de los que miran adelante.

Estado de ánimo

Lluvias intensas
que son más hermosas
tras los cristales.
Destellos
y estruendo
que sobresaltan estos sueños ligeros
que nos unen en el sofá.

una vida sin consecuencias

de tu agenda
arranqué hasta mi apellido,
pero seguías ignorándolo.
cuando sea el momento,
decías, tendrás que admitirlo;

Salto de fe

Fue en otoño cuando ella lo dejó; en otoño cuando su padre descubrió su afición por empuñar cinturones y es en otoño cuando se ha atrevido a dar este paseo. El año tiene cuatro estaciones y en su vida han sobrado tres.