si pudiera hacerte llegar
un mensaje no lo haría. tu obsesión
por la belleza de las palabras
excede al ímpetu que dedicas
a comprenderlas. que no me hizo
falta tu auxilio de bar de abajo
y despedidas apuradas salvo
para enterrar tus virtudes,
a saber, una lista de buenos
ratos y situaciones que nunca
se dieron. de tu agenda
arranqué hasta mi apellido,
pero seguías ignorándolo.
cuando sea el momento,
decías, tendrás que admitirlo;
si fuese por mí, todo sería como antes
y tú no te habrías enterado.
metástasis
la mañana estalla
de gente, ahí fuera.
procuro mantener
las persianas bajadas,
que este sol de justicia
ilumine la estancia
con la fuerza de una vieja
candela, con la sana
intención de morir
a mi lado envuelto
en graznidos, entre
decisiones largas.
no quiero que las cosas
vuelvan a ser iguales.
pienso en la vida
como algo mínimo
e intrascendente antes
del último golpe.
el principio es una sombra que arde.