La gente, tambaleándose los que consiguen ponerse en pie, emite gritos efervescentes para que les devuelvan su dinero mientras la señora muy delgada de la sexta fila —(y que conozco de la terapia)— planea sobre el público con cara de éxtasis y la falda y el moño alborotados.
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En la radio, el locutor de voz rota dio paso a Mi gran noche de Raphael. Y Ana sintió algo cercano a lo que debía significar la felicidad completa. Sus pies, libres de la dictadura del tacón, bailaban al ritmo de las alegres notas que luchaban contra el sonido tribal que producía la lluvia torrencial al chocar con el techo.
A la feria me voy, pienso y me río. ¡Yo, a la Feria del Libro de Miami! Me pellizco y todavía no lo creo porque esto es una racha de buena suerte y a mí la suerte no me sonríe desde el año del caldo. La suerte mía era verde y se la comió un chivo, como decía mi abuela. Pero a lo mejor está empezando a cambiar.
Ella está haciendo ruido en su habitación, creo que estaba dormida y son las 8:30 de la tarde de un día de abril nublado. De un día más viviendo y dejándose vivir. Sin él y con toda la carga del tiempo y la familia, la carga de los que imponen la alegría a quien ya no la necesita, de los que miran adelante.
Como cada tarde, coge el cubo y el estropajo y camina los dos kilómetros que la separan del camposanto. Si el invierno ha sido generoso, el regato baja con agua y se ahorra comprar la botella de litro y medio en el puestecillo de flores. No es gran cosa, pero desde que tuvo que dejar de trabajar porque la tristeza la mantenía demasiado ocupada, la única holgura que se permite es la de la ropa.
En fin, por dónde íbamos, los chinos que no había, los folkies en los bajos y Andy Warhol en algún lugar del Soho, Lou Reed Dios sabe dónde esta mañana, Canal Street, Chelsea Hotel quizás alojando a Leonard y Janis, qué importa, Domingo no conoce, no necesita y es feliz…
Debian ser las cinco de la mañana y nuestro pequeño grupo fue interceptado en el parque de Laureles de la capital Antioqueña. Nosotros éramos tres, ellos al menos una decena. Nos cortó el paso un tipo grande con sombrero de finquero y bigote de galán; pistola al cinto, camisa a medio abotonar, el perfecto protagonista para una telenovela de grandes terratenientes y verdes pastos.
¡Es tan hermosa! La miro por última vez antes de alejarme de allí con pedaladas rápidas y los dientes apretados por la rabia y la frustración. Lo he intentado. Lo he intentado todo, de verdad. Y lo repito en alto una y otra vez, cada vez más fuerte, como el mantra de un exorcismo, para eliminar de mi cuerpo esta pegajosa culpabilidad.
Bienvenido a la ciudad de la eterna primavera, con sus 21 grados perpetuos y su alegría contagiosa. Bienhallados en el valle del Vallenato y la cultura esgrimida como argumento subversivo y de resistencia pacífica al triste alegato de las armas y la sinrazón. Eterna balacera ”huevón”, mal parío, hideputa …y se ríen de sus suertes, y las cantan , no sé en qué orden. También mueren, y huyen …tampoco sé bien el orden.
̶ Mamá, hoy en la escuela nos han hablado de la familia, de cómo era antes, los […]
Hacía semanas que no teníamos Saturday Night Fever pero estamos escuchando en Radio 3 a la banda barcelonesa Love of Lesbian dar el primer concierto en pandemia ahora mismo en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Necesitamos reunirnos y disfrutar de la música juntos. Sin más, moltes gràcies por alegrarnos la tarde y aportar confianza. Salud y abrazos!
…Eso pensó sentado en una butaca del Holiday Inn de no se sabe qué distrito de Moscú porque ni aprendía cirílico ni le importaba ubicarse.
Lo suyo, simple y llanamente, era estar de paso.
Como en la vida, como su abuela y las varices de ambos camino de la madre tierra.
Ayer no dimos crédito con la divertida astracanada sadomasoquista de Teresa Dovalpage en “Amor a primera fusta” y el lunes nos maravilló el encanto, coherencia y base músico-literaria de Anni B Sweet. Hoy sólo tres microrrelatos, para ser releídos, de Sara Nieto, a quien como debe ser hemos conocido de casualidad. Cruces de caminos.
Para los no enterados, kink es lo que se conoce finamente como “sexualidad alternativa,” entiéndase dominación, disciplina, encordamiento, suspensiones, uso de collares y látigos y un largo y doloroso etcétera. Prácticas sadomaso, vaya. Una revista sicalíptica —a la que mi abuela llamaría de relajo— para la que escribo en inglés bajo seudónimo buscaba un reportero que se infiltrase en la feria y contase del pe al pa lo que pasaba allí.
Desde el sofá del salón, cuando se ponía el sol, veíamos la ciudad iluminarse poco a poco a […]