Los jardines de La Tropical, a las nueve de la noche de un sábado habanero, secretan música y sudores. Allí se apilan los danzantes frenéticos que se quedarán para ver salir el sol, dándoles duro a los zapatos, raspando el caldero de la diversión hasta que suelte el fondo. Un aguacero que cayó a media tarde ha dejado la atmósfera pesada. Pese a la carga iónica, todavía no se ha formado una buena bronca. Las escasas trifulcas se disuelven en palabrotas, sin llegar a los pescozones.
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Recibimos septiembre con Azahara Alonso
No me interesa mucho esa ruta del autoencuentro o autodescubrimiento (ya muy alejada del nosce te ipsum y más cercana a los productos del coaching), pero sí me interesa el placer del pensamiento, que es tan individual (solitario) como tremendamente colectivo. En cuanto al equilibrio, lo encuentro en la ausencia de ruidos impuestos: el auténtico cielo hoy es que el móvil no vibre, no responder a la prisa que viene de afuera. Muy pocas cosas son urgentes, aunque ahora cueste creerlo, y por eso poner límites a la disponibilidad empieza a ser vital.
Vuelve la poesía de María Gateu
Un cuerpo inerte
no admite lucha,
igual que lo estanco,
el agua sucia
y en parálisis
se rinde a lo perpetuo.
La poesía de Paula Arbona como regalo de viernes
El problema
es que hoy en día
la mayoría de los hombres
saben dónde está el clítoris
pero no pueden
encontrar tu corazón
y mucho menos
el suyo propio.
Sus ojos son dos lapislázuli
sobre corrientes de leche
flotando como nenúfares
El hijo, de Gina Berriault. Una soledad inabordable
Confesión: sufro cierta adicción por las historias turbias. No, mejor no, rectifico. Gozo con mi adicción a las historias turbias. Sí. Mejor así. Y con El hijo (Muñeca Infinita, 2022), la perturbadora novela de Gina Berriault (Long Beach, California, 1926-1999) mi adicción se ha colmado.
Fin. Relato de Elsa Calvo, punzantes diecisiete años de escritora
El sonido de lo que posiblemente sea un plato rompiéndose nos saca de la hipnosis. Bajo la escalera, se oyen voces; juraría que son dos fantasmas discutiendo junto a la alacena. Dos espectros rojos con los ojos encharcados que juegan al tira y afloja con la vajilla y el hambre. Mi hermana, -quien asumo, odia los ruidos-, sube el volumen de la televisión justo cuando los cuchillos vuelven a lanzarse y el pestillo de la puerta no es lo suficientemente fuerte como para enmudecerlo
Ceniza roja: diario de cenizas, de Socorro Venegas
Socorro Venegas escribió Ceniza roja (Páginas de espuma, 2022) hace 23 años, cuando su marido Alan murió de forma súbita. Por prescripción médica volcó sus emociones en fragmentos, sin voluntad de continuidad regular, y aquel diario de duelo insepulto se materializa ahora en un poético libro ilustrado por Gabriel Pacheco.
Paula Arbona: talento y poder femenino en la nueva poesía
padre. no te culpo. sé que al verme nacer te asustaste. te aterrorizó el poder que yo tendría sobre ti al amarme.
ya nací hecha mujer. nací hablando y te asustó lo que decía.
Poesía de María Gateu
Ya hemos perdido
y ahora
ilustre es quien agarra
con sus manos mi cuello.