Aquí parece que nadie mira pero todo el mundo desea serlo y nadie deja de observar, las sirenas no paran de sonar como en una concurso de pájaros trinando por toda la ciudad, hoy se celebra la asamblea general de la ONU y de la 42 a la 47 se han cortado al tráfico, a las 10 ya hacía calor así que colgué la americana del brazo izquierdo lo que me produjo una ligera mancha de sudor por encima del abdomen, nada irreparable con buenos chorros de aire acondicionado a la entrada de los edificios.
Autor: J. Félix González-Encabo
Hotel Cross, Dotonbori, Osaka.
Viernes
4:46 AM. Rellano del ascensor, 7a planta
El ascensor plateado se abre y el recepcionista se adelanta ágilmente a los dos sanitarios con maletín y mascarilla, precipitándose uno hacia la máquina de bebidas y otro hacia la zona central, cerca de una fina lámpara de cristal blanco de Kartell estratégicamente situada antes de emprender el pasillo perpendicular a un lado y a otro.
La noche terminó cenando y bebiendo a las intempestivas once frente a una mesa en la que expandía su halo el mítico Panenka, rodeado por su cohorte de atractivas mujeres rubias arrebujadas en pieles. Incrustadas, apretadas, dibujadas, deseadas en pieles.
Panenka es un loco que un día se saltó las normas y se jugó la gloria y el destierro a cara o cruz y ganó. En las cosas importantes no cabe la tibieza.
El escritor argentino Hernán Casciari adelantó ayer en el programa de radio “Perros de la calle”, de Urbana Play FM, un extracto de su cuento “La valija de Lionel”, que se publicará en la revista Orsai el próximo mes de febrero.
…Los chinos que llevo al lado, al fondo del avión, no entienden la vaina y los rusos aún menos, aquí dicen que reír es de locos.
Ella devuelve las pelotas con parquedad y esa cortesía que permiten los monosílabos. Se entretiene observando el extrarradio anaranjado de la ciudad, los edificios lejanos y las planicies de tierra, margaritas y basura próximas a la M-40.
Una furgoneta amarilla conduce muebles a alguna parte, unas cuerdas sujetan la puerta, el conductor sacude la cabeza rítmicamente. Le dejan atrás y el taxi alcanza velocidad, en la radio resucita una copla.
En Salamanca conocí un pucelano que por las noches hablaba de “tierra comunera”, era beberse unos vodkas y corríamos el riesgo de acabar añorando hasta el amanecer un gobierno que nunca existió, más allá del imaginario de los locos de aquella primera revolución moderna de 1520 frente al emperador Carlos V.
Resulta sorprendente cómo maneja moralmente a los demás, cómo aniquila todo atisbo de esperanza, cómo conduce la conversación y los chistes -siempre tendentes a la necrofilia-, cómo cuando has escuchado y has asumido tus culpas y miserias, la mercancía que permanece en stock, él se siente fortalecido y al cabo sonríe inconscientemente con malicia.
Entonces, un rato después eres capaz de odiarlo por el fardo de tristeza que carga sobre tus hombros, pero cuando duerme y lo miras, comprendes que tiene la madurez y la mente de un niño que se rechaza a sí mismo.
Y eso, amigos míos, constituye una mezcla peligrosa.
Madcool, como el resto de festivales, es un crisol de tribus musicales que ya no son tribus, sino cada vez más un hervidero de individuos que se declaran eclécticos y cuya imagen va de una pareja de emos o seguidores de Tool, casi desnudos y con el cuerpo y la cabeza tatuados con figuras ovaladas en tinta negra, a un agroelectrónico con gorrilla del equipo ciclista Reynolds de hace 40 años sacada de algún pajar o almacén.
Black Pumas, Jamie Cullum, The War on Drugs, Incubus, Muse, Zeal & Ardor, Leon Bridges, Guitarrica de la Fuente, Pixies, Kings of Leon, Editors y Royal Blood era el menú que teníamos programado para el viernes y sábado de Madcool.
Cerca de la plaza de nuevo, hay un tipo con un cartel colgado del cuello. “Hugs for free”. Desgarbado y extrañamente alto para la media japonesa, no rebasará los veinticinco años pero está pidiendo abrazos bajo la lluvia.
Nos hablan de la justicia popular, de la tradición, de Dios-Alá, de tolerancia, de la llegada de árabes que influyen en las gentes sencillas y las radicalizan, de mujeres sobre cuyas espaldas recae el peso y la pena de una guerra. De un país ultrajado y unido.
Primavera, comuniones, cumpleaños. bodas, dinero… , ¿reparaciones necesarias?, viajes cercanos, proyectos que dan más sufrimiento que disfrute, familiares que no aclaran sus vidas y eso nos enerva porque jode que te molesten, políticos y periodistas que te enervan por las mañanas…
A última hora del 26 de mayo de 2022 la famosa banda de rock electrónico británica Depeche Mode ha anunciado en sus redes sociales que ha muerto su teclista y cofundador Andrew Fletcher a la edad de 60 años.
Memorable concierto de una banda que va a crecer y hacerse masiva en los próximos años, alternaron perfectamente los medios tiempos de bailes acompasados sureños en espera de la tormenta, que algunas veces llegaba al final de la canción con cuerdas de todos las texturas tronando a la vez y otras esperaba al siguiente tema que hacía escuchar alaridos y “¡jihas!” entre los cuatreros del público.