En cierto modo, espero la réplica del agresor digital, me gustaría abrazarlo sabiendo que hay un océano y cierto anonimato de por medio. El mundo está lleno de fabulosos tarados, cuidémoslos.
Autor: J. Félix González-Encabo
Poco a poco la criatura fue creciendo, entrevistamos a Santi Balmes y a Benjamín Prado, publicamos artículos y posts en redes de los que se hicieron eco Enrique Bunbury, Irene Vallejo o el Niño de Elche, conocimos personalmente y entrevistamos a Héctor Abad Faciolince y descubrimos voces amigas entre las que destaca Marc J. Mellado.
Más bien Marc nos descubrió a nosotros, se acercó humildemente y nos abrumó con los poemas que desde ese primer año hemos ido publicando.
Exactamente hace una semana terminaste el día en un sorprendente antro del distrito de Roppongi. No lejos de la torre de Tokio ni de tu hotel de cinco estrellas en Akasaka, pero al menos tú no sabías cómo llegaste allí ni cómo volverías.
Joder, unos treinta años sin verle y ahora vuelven su pipa y su sombrero, su barba, su ingenio, su oratoria, su humor cínico e inteligente, su desprendimiento, su distancia de todo, su verdad.
A veinte metros de la muerte, un mes después la vida sigue adelante, abrazándonos y quemándonos con todo el hielo de esta madrugada.
Suena “Mother”, del álbum “The Wall”, esa pétrea obra maestra de 1979, esas sinfonías de diez minutos que nos retrotraen a nuestra primera infancia, al rock conceptual y sinfónico que giraba lentamente a 33 rpm en giradiscos dentro de maletas de madera y posteriormente en equipos hifi en mueble acristalado.
Cientos de chalets acosados : acosado por el vecino, por la pareja, por los hijos, por los suegros y cuñados, por la música y la barbacoa cercana, por la bronca de madrugada, por algún polvo veraniego escandaloso con las ventanas abiertas, que nos mete presión y hace pensar si ya pasaron dos semanas, por los coches aparcados sobre las aceras obligando a pasear por el arcén, por el Mercedes de cuatro casas más arriba y por los perros que ladran a las 7:15 aunque haya vacaciones.
Es embarazoso. Como el hecho de cenar solo.
Existe una cierta dignidad en ello pero yo no la encuentro, me gustaría apostarme junto a la mesa de seis universitarios que hablan entusiasmados, alguno de ellos es psicológicamente caracterial y se agarra al móvil para sobrellevar mejor su desplazamiento.
Carreño tiene la cara angulosa, morena y agujereada. Su dentadura amarilla es como un piano maltratado por el tiempo y su risa es escandalosa y febril. No le importa tener pocos dientes a su edad: unos treinta y cinco. Sin duda, el tahúr repartió las cartas y los ases fueron a las manos de siempre.
– Estaba en Las Ramblas de Barcelona y me echaron las cartas. El de Marsella no; el brasileño, que es el bueno aunque más peligroso. Me dijo: ” Muchacho, nunca he visto a nadie que me saque tres comodines. Tú vas a tener estrella, victoria y luz pero el dinero no lo verás. El poder no está hecho para ti “. Y aquí estoy, sin un duro porque no lo quiero. Yo he prescindido de los bienes terrenales. Sólo necesito tabaco, café, mis walkman y un saco de dormir.
Aquí parece que nadie mira pero todo el mundo desea serlo y nadie deja de observar, las sirenas no paran de sonar como en una concurso de pájaros trinando por toda la ciudad, hoy se celebra la asamblea general de la ONU y de la 42 a la 47 se han cortado al tráfico, a las 10 ya hacía calor así que colgué la americana del brazo izquierdo lo que me produjo una ligera mancha de sudor por encima del abdomen, nada irreparable con buenos chorros de aire acondicionado a la entrada de los edificios.
Hotel Cross, Dotonbori, Osaka.
Viernes
4:46 AM. Rellano del ascensor, 7a planta
El ascensor plateado se abre y el recepcionista se adelanta ágilmente a los dos sanitarios con maletín y mascarilla, precipitándose uno hacia la máquina de bebidas y otro hacia la zona central, cerca de una fina lámpara de cristal blanco de Kartell estratégicamente situada antes de emprender el pasillo perpendicular a un lado y a otro.
La noche terminó cenando y bebiendo a las intempestivas once frente a una mesa en la que expandía su halo el mítico Panenka, rodeado por su cohorte de atractivas mujeres rubias arrebujadas en pieles. Incrustadas, apretadas, dibujadas, deseadas en pieles.
Panenka es un loco que un día se saltó las normas y se jugó la gloria y el destierro a cara o cruz y ganó. En las cosas importantes no cabe la tibieza.
El escritor argentino Hernán Casciari adelantó ayer en el programa de radio “Perros de la calle”, de Urbana Play FM, un extracto de su cuento “La valija de Lionel”, que se publicará en la revista Orsai el próximo mes de febrero.
…Los chinos que llevo al lado, al fondo del avión, no entienden la vaina y los rusos aún menos, aquí dicen que reír es de locos.
Ella devuelve las pelotas con parquedad y esa cortesía que permiten los monosílabos. Se entretiene observando el extrarradio anaranjado de la ciudad, los edificios lejanos y las planicies de tierra, margaritas y basura próximas a la M-40.
Una furgoneta amarilla conduce muebles a alguna parte, unas cuerdas sujetan la puerta, el conductor sacude la cabeza rítmicamente. Le dejan atrás y el taxi alcanza velocidad, en la radio resucita una copla.