Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un
pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se
lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos,
o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque estoy ligado a la humanidad; y, por consiguiente,
nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas;
doblan por ti.
John Donne (1572-1631)
“Por quién doblan las campanas” es la novela de Hemingway sobre la guerra civil española. En el mes de abril de 1937 la República lanza un ataque fallido sobre las posiciones enemigas de La Granja y Segovia, en plena sierra de Guadarrama, vertientes de Madrid y Segovia.
Desde el Puerto de Navacerrada, controlado por la República, hasta La Granja, en manos de los franquistas, se extiende una extensa tierra de nadie. Un grupo de guerrilleros dirigidos por el dinamitero norteamericano Robert Jordan, desde una cueva junto a Siete Picos, planea volar el Puente sobre el río Eresma para truncar el avance de los nacionales.
Hemingway, testigo de la guerra civil española
El capítulo 27 de la novela recoge la anónima, tantas veces repetida, historia de un día en la vida, en la muerte, de cinco guerrilleros republicanos que tomaron una colina en la sierra de Guadarrama. Este capítulo sirvió de inspiración a la banda Metallica para su mítico tema del mismo nombre que la novela.
For Whom The Bell Tolls es la tercera canción del segundo álbum de estudio de Metallica, Ride the Lightning; la introducción del tema fue realizada por Cliff Burton, con bajo eléctrico y distorsión que le hacen parecer una guitarra, y para el sonido de la campana se utilizó un yunque. En las versiones en directo de la canción, la banda suele comenzar con un solo de bajo en memoria de Burton, que falleció con solo 24 años en un fatal accidente que tuvo el autobús de la banda en el trayecto de Estocolmo a Copenhague, camino de su próximo concierto, programado para el 27 de septiembre de 1986.
Make his fight on the hills in the early day/ Libraron su guerra sobre las colinas desde el amanecer
Constant chill deep inside/ con una ansiedad crónica en lo más profundo de su interior
Shouting gun on they run through the endless gray/ mientras gritan las armas ellos corren a través de una grisura interminable
On they fight for their right, yes, but who’s to say?/ ellos luchan por su verdad, si, pero a quien cabe decírselo
Sierra de Guadarrama. Una colina. Cerca de Segovia. Cerca de La Granja. Hace frío. Aún hay restos de nieve. Hay que llegar a la cresta de la colina. Cinco hombres. Cinco milicianos. Tres están heridos. El más joven solo tiene dieciocho años. Espolean al único caballo. Sí, es la Guerra Civil Española. Ni la mejor ni la peor. Una guerra. Otra más. Tan justificada, tan digna, tan estúpida, tan cruel, tan absurda como cualquier otra.
For a hill, men would kill, why? They do not know / Por una colina, el hombre es capaz de matar, el por qué, ellos no lo saben
Wounds test their pride / las heridas ponen a prueba su orgullo
Men of five, still alive through the raging glow/ los cinco hombres aún vivos entre un resplandor furioso
Gone insane from the pain and they surely know/ el dolor les enloquece y seguramente son conscientes de ello
Galopa el caballo. La muerte no tiene ideología. No tiene compañeros, no tiene camaradas. Jadea el caballo. Ya llegan a la colina. Una colina fea y enferma, como un absceso. El pus somos los humanos. Hay que encajonarse entre dos rocas. Colocar y mimar las ametralladoras. La muerte exige una disciplina y una estética. El caballo está exhausto. El caballo está herido. Una bala para el caballo. Una bala quirúrgica, tierna. Ya está, ya pasó. Gracias por todo compañero. Un último servicio como parapeto. El espinazo para apoyar el cañón mirando al horizonte, al enemigo que no se ve pero que aguarda. La muerte y lo muerto nos hará valernos para matar y morir.
For whom the bell tolls / por quién doblan las campanas
Time marches on/ el tiempo continua su marcha
For whom the bell tolls/ por quién doblan las campanas
Resistir y fortificar es vencer dice el slogan. La Pasionaria dice que es mejor morir de pie que vivir de rodillas. No estamos de rodillas. Estamos de barriga. Ninguno verá ponerse el sol esta tarde. Ellos son ciento cincuenta. Solo queda llevarse a algunos de compañeros de viaje. Porque ellos son valientes, pero también estúpidos. Siempre hay alguno que no tiene paciencia. Paradójicamente disponer de un armamento tan moderno, te da una confianza que te vuelve loco.
Take a look to the sky just before you die/ echa un vistazo al cielo justo antes de morir
It is the last time he will / por última vez
Blackened roar, massive roar fills the crumbling sky / un estertor negro, un estertor pleno envuelve un cielo que se derrumba
Shattered goal fills his soul with a ruthless cry / el objetivo fallido engulle su espíritu con un grito implacable
Hace un cielo de comienzos de verano. El Sordo, el cabecilla, está seguro de que es la última vez que lo ve. No siente miedo de morir, pero le irrita hacerlos en una colina que no tiene más objeto que ser un lugar para morir. Se tenga miedo o no, es difícil aceptar el propio fin. El Sordo lo acepta; pero no encuentra alivio en la aceptación. Si es preciso morir, y lo va a ser, se puede morir, y aunque no tiene importancia no gusta nada: Morir no tenía importancia ni se hacía de la muerte ninguna idea aterradora. Pero vivir era un campo de trigo balanceándose a impulsos del viento en el flanco de una colina. Vivir era un halcón en el cielo. Vivir era un botijo entre el polvo del grano segado y la paja que vuela. Vivir era un caballo entre las piernas y una carabina al hombro, y una colina, y un valle, y un arroyo bordeado de árboles, y el otro lado del valle con otras colinas a lo lejos.
La adaptación cinematográfica (1942) fue estrenada
en 1978 en España y en versión íntegra en 1998, tuvo
9 nominaciones al Oscar. El rodaje duró 24 semanas
(de julio a octubre de 1942). Las primeras 12 en Sonora
Pass, Sierra Nevada. Las últimas 12 en California. La carga
ideológica de la novela se edulcora en la película por las
presiones franquistas y de una conservadora administración
norteamericana, que recordemos que en esos momentos
es aliada de Stalin, a la que no le interesa reflejar las atrocidades
del bando republicano, lo que acaba convirtiendo el film en
una entretenida peli de amor y aventuras.
Stranger now are his eyes to this mystery / Ahora son sus ojos extraños a este misterio
He hears the silence so loud / el silencio le resulta atronador
Crack of dawn, all is gone except the will to be / una grieta en el amanecer, todo ha desparecido excepto el deseo de ser
Now they see what will be blinded eyes to see / ahora solo ven que solo hay ojos ciegos para ver.
Cuando uno está cercado no puede esperar más que la muerte. No queda más que llevarse a alguien por el camino. Triste y nervioso consuelo. Pero con algo hay que matar el tiempo. Los últimos tragos de vino y provocar al enemigo para que alguna pieza muerda el cebo. Que parezca que estamos muertos. La impaciencia es una enfermedad con una altísima cuota de mortalidad. No hay nada que angustie más al enemigo a punto de vencer que aguardar sitiando a hombres que cree que ya están muertos. Siempre le toca a alguno asomar la cabeza para ver si queda algún enemigo vivo. Y siempre tiene que haber una cabeza de turco.
For whom the bell tolls / por quién doblan las campanas
Time marches on/ el tiempo continua su marcha
For whom the bell tolls/ por quién doblan las campanas
Siempre se busca un voluntario: —Tengo miedo, mi capitán –respondió con dignidad el soldado. Y comienzan las blasfemias y el baile hasta que un imprudente da el paso al frente. Y ahí es donde aguarda la presa herida que por última vez se siente cazador: Mira qué animal. Mírale cómo avanza. Ese es para mí. A ése me lo llevo yo por delante. Ese que se acerca va a hacer el mismo viaje que yo. Vamos, ven, camarada viajero.
La impaciencia te ha matado. Luego llegan los aviones y la colina queda desolada. No queda nadie vivo en la cima, ni El Sordo (que ya ha emprendido el viaje con su última presa), ni Ignacio, ni nadie… salvo el muchacho, Joaquín, desvanecido con cara de no haber entendido nada, con la ceniza del miedo en los ojos. Un viejo soldado franquista le ve y le remata, rápido, sin aspavientos, casi con la misma ternura animal con la que el Sordo mató a su caballo. «Qué cosa más mala es la guerra», se dice mientras de santigua y baja la cuesta rezando cinco padrenuestros y cinco avemarías por el descanso del alma de su camarada muerto. El impaciente. Ese al que no soportaba.
espectacular articulo !! una de mis novelas preferida!! Me enamore de Maria jaja
Mítica novela. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo
Genial libro y genial película. Un saludo.
Un saludo. La verdad es que son los dos muy entretenidos. Un abrazo.
Combinación extraña y sin embargo bien empastada. Desgarrador. Muy interesante artìculo.