Libro al margen de la trama, que a mi juicio no busca tanto un viaje por la historia de la violencia en México (desde el exterminio indígena bajo corona española en el siglo XVIII, hasta las atrocidades de los cárteles de la droga y, especialmente, los desaparecidos contemporáneos -más de 52.000 según la ONU que requerirían 120 años para proceder a sus identificaciones, una cifra tan mareante como inasumible-) sino una sensación…

Los diarios que relatan nuestra vida están escritos con letras, imágenes y notas de música. Un beso. Un baile. Aquel poema que escribimos a nuestro primer amor. Esa película que nos dejó sentados en la butaca a pesar de las miradas del acomodador. El libro que desearíamos haber escrito. Nuestro viaje al portal de tus padres. El Muro de Berlín que construyó a su alrededor cuando todo terminó. Y, cómo no, las canciones que se adhieren a cada momento y del que ya nunca se despegan.