A los que callan
A los revolucionarios de piscina y floja abdominal
A los ecologistas que no leen
A los agoreros
A los enterradores
Archivo de Categoría: Poesía
Coca poetisa
Mastica la hoja para que este dolor se duerma y soportes la tiranía.
Que este sabor amargo alivie tus pesares y te dé fuerzas para seguir aguantando…
!No! saborea su elixir para tener ánimos y luchar, basta de bajar la cabeza, olvidar e ignorar y como bestias sumisas resistir el yugo.
una de las cosas que más me gusta hacer
es pensar sobre lo que voy a hacer. luego, en plena
acción sobre ese escenario baldío
que es ya la tarde, recuerdo rabioso el momento
en que me encontraba previamente,
Y si conseguimos por fin un utópico espacio
de expresión corporal
bailando ballet o cantando flamenco
o una pared blanquísima donde colgarnos y exhibirnos
Abandonar la razón, el ventrículo derecho, las pestañas húmedas de hiel. Pronunciar los nombres, las demoras, los afectos. Ladrar seis veces perdiendo los miembros, la retina, los rizos, la médula, un gemido, la fe.
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Me extiendes,
las piernas dilatadas contra el techo,
hasta convertirme en una multitud
y después pretendes
que continúe llamándome mujer.
Abraza este cuerpo sin esperanza
Mi corazón aún siente el latido
De este fuego que no descansa
“Abrí la puerta. No había nada. Me había puesto mi paracaídas. Mi paracaídas singular se abrió. Como los hormigueros en primavera. Como el vientre de la nieve cuando recibe a los jinetes. Salté. Sin prisas. Para abrazar aviones. Porque sí. Con toda la razón del mundo. Con todos los papeles en regla. Un salto impetuoso. Sin memoria. Un salto…
Encontrar el camino más corto a tus labios.
Esperar sentado en la antesala de tu alma.
Aguardar paciente que amanezca tu sonrisa.
Conservar tus enfados como flores secas.
Quise ser tú,
por un instante, quise
convertirme en ti.
“Pero hay batallas a las que
simplemente
debes renunciar”,
escribiste
alguna vez.
Quise llevar a mi chica al desastre
Pero para cuando escuché a Van Morrison
Él ya se la había llevado
Con sus palabras y su tristeza
Con sus chaquetas de segunda mano
Y mi mirada quieta bajo la lluvia
lo primero que perdí
fue la tarde; empecé a repartir
tarjetas y paquetes
demasiado pronto,
pero me propuse recuperarla,
iluso y ya cansado, para el último
año de carrera