Sin quererlo estamos en febrero, luchando o dejándonos llevar por este extraño año de mejoría prometida y así avanzamos hacia nuevas perspectivas. Aún sin saber hacia dónde señalarán, odiamos estar quietos.
He estado a punto de cometer el error de entrar en la estúpida vorágine de la inmediatez y no compartir con vosotr@s el libro que me ha parecido la mayor y casi única sorpresa editorial necesaria del maldito 2020. Se trata de “El hoyo”, del valenciano Manuel Cerdá -poco más sabemos de él, salvo esbozos de su cáustica y alejada manera de entender la literatura y quizás la vida gracias a algún post suyo en WordPress o entrevista de algún otro loco a quien no le importen las visitas y likes.
“El hoyo”, una novela corta, un relato largo, un libro-cuaderno autoeditado y disponible en Amazon, para mí sin duda una pequeña gran obra de culto que estaba esperando hacía tiempo. Yo, que sólo leo autores desaparecidos, firmas de peso ocultas en internet y/o miradas lejanas, de otras latitudes que a veces me son afines por tanto viaje pero que tienen otra música.
Y Manuel Cerdá es uno de esos Escritores por los que vagamos en la red, esperando encontrarlos en el claroscuro de tanto pareado con errores ortográficos y gramaticales en Instagram , de tanto blog de autoayuda. No estamos ante eso, estamos ante un tipo que escribe sin esperar, sabiendo que la literatura no es comunicación porque el camino es unidireccional y a veces sin receptor o, peor aún, con un receptor que no comprenda.
No esperar, ésa es la clave, “El hoyo” nos muestra el caminar de un individuo que en el mundo tasado de los caminos correctos decide deambular un día soleado, abandonar la senda y cruzar por un pinar en el que cae en un hoyo. Sin lograr salir de él y acomodándose física y mentalmente a la situación, quizás nadie le busca, nadie le espera, tampoco parece que él añore especialmente. Pasan horas y día y noche y noche y día y el protagonista -casualmente un escritor y cada vez más nosotros- se pregunta si este circo y todos merecen la pena, si es definitivamente una puta, si la situación de abnegación escatológica en la que se ve sumido no le estará aportando luz.
Llega gente cerca del hoyo y, aunque alguien intenta sacarle, hay algo en él que le conduce inexorablemente a volver a caer. Acaso el hoyo sea el hábitat correcto de las cosas cuando creemos que todo es mentira, el espacio en que se aprende a no esperar y así debe ser porque todo es cierto y todo es mentira.
Hacía tiempo que no leía una novela corta con un protagonista desnudo que se muestre impúdicamente ante el lector como un ser sin voluntad y menor, menor en apariencia porque una vez que somos conscientes de eso estamos preparados para todo. Como el cangrejo de Sartre en “La náusea”, como el escarabajo de Kafka en “La metamorfosis”. Menor, apático, resiliente -tan en boga- y posiblemente feliz en la nada.
Si confiáis en Profesor Jonk, éste es un libro que leer.
Disponible en Amazon, podéis encontrarlo en “El hoyo”.