Contestatarios y desinhibidos en “Villa Nellcote”, chateau alquilado por Richards y que, cuentan las crónicas, llegó a albergar a cerca de 70 personas entre músicos, ingenieros de sonido, parejas de todos ellos, aduladores, chupópteros y célebres visitantes como William Burroughs (el hombre que descendió a las infiernos de las sustancias y vivió para contarlo en el icónico “Almuerzo desnudo”), John Lennon o el solista de The Byrds, Gram Parsons…

The Doors, banda superlativa, por la especificidad única que le imprimió el Fender Rhodes Piano Bass del tecladista Ray Manzarek y desde luego por el aura de su frontman, Jim Morrison, poeta, pensador, cantante, uno de los personajes más reconocibles y reconocidos de la Historia de la música popular, en cuanto a influencia de su obra y pervivencia del mensaje y de la misma persona física en el imaginario colectivo, nivel Elvis, Dylan, Lennon, Sinatra y poco más.

El rock de principios de los 70 marcó uno de los momentos más algidos en cuanto a creatividad y número de bandas y artistas emergentes que rompieron barreras en distintos estilos. Led Zeppelin, Deep Purple, Queen, David Bowie, Iggy Pop, T-Rex, Lou Reed, Kiss, Frank Zappa, Pink Floyd… Todos grandes pero algunos con altibajos en su carrera y otros, desgraciadamente, pronto desaparecidos.
No es el caso de Pink Floyd, quizás la banda más grande del mundo si tenemos en cuenta su calidad, estabilidad, longevidad y huella que extrañamente va a más con el tiempo. Como los clásicos, como el buen vino, para quienes quieran iniciarse hoy hacemos una breve reseña de sus quince obras maestras.