La rabia
La rabia es una calle cortada
camino de ese trabajo gris
al que no quieres llegar.
Pero la rabia maldice,
blasfema contra la barricada repentina.
Y en vez de dar la vuelta
en dirección contraria
busca una vía alternativa
para seguir existiendo la rabia en ti.
Es un atasco intempestivo
en las arterias de la ciudad inhóspita
que te habita.
Es la rabia de un color amarillo verdoso
como la flema que suelta en la acera
el borracho que camina justo delante.
La rabia es no haberte acordado
de esa cita en tu agenda,
la única que de verdad importaba.
Yace contigo la rabia
acompañándote en noches insomnes
de lunas tremendas.
El ojo de cíclope que te observa desde dentro
se alimenta de ella.
Y por las mañanas te recibe
con olor de mirlos muertos
y sabor de flores pisoteadas
en el parque cercano
camino del trabajo.
Estoy aquí
Yo tuve una gata
que se llamaba Cleopatra.
Cleo, para acortar.
Era una gata elegante y refinada
que ronroneaba con voz de cascabel
y se movía sinuosa por la casa,
dueña absoluta de sus dominios.
Paseaba su minina presencia
con un porte indiscutible de reina gatuna.
Trepaba suavemente con sus garras por mi espalda
y, a veces, cuando estaba triste, se me acurrucaba.
Mi pequeña tigresa emperatriz del Siam
tenía unos ojos azules como el mar sereno.
Pero podían tornarse en galerna
en cualquier momento.
Cuando yo escribía posaba su patita
sobre mis manos, juguetona.
Dormía aovillada a mis pies, inseparable.
Por las mañanas me miraba al espejo
para quitarme el sueño.
Me lavaba, me cepillaba el pelo y
ponía color a mis mejillas.
Ella se asomaba detrás de mí observando mi reflejo,
curiosa y satisfecha.
Al salir de casa me despedía
con un maullido corto y lastimero:
Vuelve pronto.
Recuerdo que acababa de morir mi abuela
cuando Cleo llegó a mi vida.
Pasaba yo largas noches
llorando su ausencia.
Buscándola por la casa
en el aire que ya no ocupaba.
Y entonces mi gata saltaba a mi regazo,
más consoladora que mimosa
y me miraba fijamente, lo juro,
con los ojos mismos ojos gatunos
que tenía mi abuela.
Y me decía con un maullido alto y claro:
No llores. Estoy aquí.
Fotos :
Portada – Profesor Jonk
Gato – Pixabay
Los gatos son muy receptivos…Miau.
Los gatos son vigilantes de almas.
Muchas gracias a mis amigos de la troupe Jonk por acogerme de nuevo en su hogar. Amenazo con quedarme. Se está tan a gustito.
Eres bienvenida, a veces somos troupe de circo y a veces Jam session pero siempre con artistas sorprendentemente complementarios y sin prejuicios. Buena noche, creceremos juntos
Que te vamos a decir, que nos ha encantado y nos encanta volver a leerte!!!!