Sin censura: mostrad el beso.
Mostrad el pezón.
No seáis tan retrógrados como esta cuadrada y rosa aplicación.
Entrad en razón.
Que la niña quiere ser artista.
Que la niña quiere ser pobre aunque no sepa lo que eso significa.
Quiere vida, antónimo de seguridad y sinónimo de incertidumbre que desquicia. Quiere dejar la institución a la que sólo le importa lo que vaya a pagar sin importar ni su salud mental ni su integridad.
-los milenial también han vivido su parte de epidemia de peste azulinegra-
Gaudeamus igitur y una mierda.
La brevitate de la vitae la tienen presente gracias a sus exámenes.
¿Dónde está la curiosidad y la libertad de jugar por aprender y aprender por jugar? La niña quiere escaparse, fugarse a Marte y bañarse con aliens en sus mares. Quizás allí valoren su arte, aprecien el detalle y le paguen el esfuerzo que hace y nadie sabe. Quizás allí valoren que su carne arde y que es la niña más alien del paraje. La niña marciana, la niña de hada, la niña pesada, la niña cansada de que la dejen encerrada cuando sus padres se van de casa. Esa niña quiere sentir el dolor de Bukowski, la esquizofrenia de Dalí y la pena de Melpómene. Quiere saber cuál es ese cosquilleo, ese roce que sienten las demás al tocarlas un hombre. De momento no siente nada
La niña no lo sabe
La niña tiene hambre
La niña debe hacer lo impensable: dejar la universidad y mendigar en su lugar. Perderlo todo y saborear con el néctar de la locura real. Ofrecerse como tributo para que el arte en ella se pueda manifestar. Ser autodidacta y aprender de verdad
Volverse la escoria de la sociedad para poderse alzar
Caer en lo que creen ser lo más bajo
No tener un céntimo
Pero ser rica de libertad
Tan solo entonces,
tan solo cuando logre lo que todos odien: el desazón y el sofoque,
solo entonces podrá vivir el día
y dormir de noche
Brutal .