Mary, la huérfana. Mary, la medio hermana. Mary, el ojito derecho papá William Godwing (y también su seguro de vida económico una vez se escapa con Percy B. Shelley). Mary, la que gustaba de encerrase a leer en el cementerio junto a la tumba de su madre (Godwing la enseñó a leer siguiendo las letras de la lápida de Saint Pancras): “los cementerios le pertenecían por derecho de escritura, eran su zona literaria”. Mary, la amazona precursora de la sci-fi. Mary, la del respeto a la muerte desde el no-temor a la muerte.

Como en la vida, en el tenis, los documentales y las películas biográficas, surgen mesías y diablos, McEnroe y su innovación conductual, introduciendo los gritos, lanzamiento de raquetas y gestos altivos a árbitros y público en un deporte que era de señoras y caballeros, y Williams, sobreponiéndose a todo tras ser madre para demostrar que es la mejor y lo ha sido después de un cambio tan radical en su cuerpo y vida.