Exactamente hace una semana terminaste el día en un sorprendente antro del distrito de Roppongi. No lejos de la torre de Tokio ni de tu hotel de cinco estrellas en Akasaka, pero al menos tú no sabías cómo llegaste allí ni cómo volverías.
alcohol
Marzo, aborrecible y sin trabajo. Después de la entrevista —la tercera de este mes—,
Germán Huesca salió a la calle con plena conciencia de su fracaso. El sol comenzaba a
declinar entre los edificios de una ciudad caldeada en el aire imbécil de las cuatro. Caminó
sin rumbo, las manos hundidas en los bolsillos del pantalón. Se detuvo frente a las puertas
de una cantina, atraído por el jolgorio de un conjunto que entonaba sones y matanceras.
(Me he enamorado de Sera, la prostituta de Las Vegas. Sera, que llegó a la ciudad de los neones huyendo de un chulo que la maltrataba y quien, Mercedes amarillo mediante, regresa para someterla de nuevo.)