he salido con la copa
al balcón a observar la pura inactividad
de todos aquellos pájaros que, durante
esta vasta tormenta, renuncian a su vuelo
-casi me obligo a pensarlo-,
por mera supervivencia.
y he acabado entendiendo pronto, antes
de volver de nuevo al calor, que mi vida
no deja de ser así, como inútilmente
nunca la había imaginado:
tan atento a lo que no ha de ser,
dándole más importancia al sueño que a lo que le precede,
sumido en la angosta preocupación por un quizás,
eterno culpable
de todas esas lluvias,
de todo lo contrario a lo importante.
Foto : Igor Vitomirov