La historia del compositor y cantante de folk rock Kike M comienza en Salamanca a mediados de los 90 -no por haber nacido entonces allí, sino porque en aquella época las piedras de la ciudad ya reverberaban el violín y las guitarras de Celtas Cortos cuando llenaron dos años seguidos la Plaza Mayor durante las fiestas de junio, pero también se oía el eco de bandas como Mago de Oz cuando se abrían las puertas de los bares entre el antiguo Gran Hotel y la Gran Vía, locales de rock urbano y rock celta como el Rivendel.
Para quienes no éramos del norte, esos sonidos nos atraían tanto como intimidaban frente a nuestra zona de confort, el rock alternativo americano y el britpop de otros históricos locales salmantinos como La Iguana o el Piper´s.
A principio de octubre de 2020, en los primeros intentos de volver a eventos culturales colectivos, asistimos a un encuentro de cantautores en los jardines del castillo de San Servando de Toledo, al otro lado del río frente al alcázar, y disfrutamos de Kiko Veneno pero también descubrimos a Kike M, que se presentó en escena con una guitarra acústica a la que saca trallazos como hacen los grandes del folk -desde que vi dos veces al irlandés Glen Hansard con Eddie Vedder y descubrí que una guitarra acústica puede acabar una canción con interminable repetición de riffs atronadores a un alto volumen mi respeto por el folk rock aún ha aumentado.
Kike M dio aquella noche un concierto memorable como hacen los jugadores que empiezan y ponen todas las cartas sobre la mesa, apenas rodeado de una banda mínima de percusión y violín que entra y sale para recordarnos lo que este instrumento deja en las canciones -magnífico Manu Clavijo al violín y viola, aunque aquel día el set fue tan tiny desk que se limitó al violín- y que completa un trío notable. ¡¿Quién dijo que un trío no es suficiente?!
Llevo meses escuchando de vez en cuando el fanzine-disco “Antipersonal”, que Kike M amablemente me hizo llegar el año pasado y lo primero que debo decir es que la contracultura, la cultura alternativa, sigue teniendo artistas jóvenes que artesanalmente buscan espacios, plataformas y modos de comunicación que se ajusten a su mensaje sin ajustar el mensaje a los medios.
El fanzine es una absoluta maravilla con ilustraciones del propio Kike M, textos y letras de los temas que componen su primer álbum “Antipersonal”, publicado en 2021 tras lanzar varios singles en las plataformas digitales.
“Antipersonal” se abre con “Prefacio”, una vertiginosa pieza folk in crescendo, sin aparente letra más que el larilaruai que acompaña la música y que nos sirve de intro sobre lo que vamos a oír cuando de repente cambia el tempo que luego para repentinamente y vuelve a cambiar como si fueran tres canciones en una pero ya estamos en la segunda pista, “Introducción para saltar a escena”.
Puentes, canciones ensambladas, medios tiempos, violines, violas y guitarras vertiginosas, tanto acústicas como eléctricas, estamos ante el disco de un artista que llega para permanecer y crecer lentamente con la fuerza de su directo.
“Destellos” es un single que nos da cierta pausa con la banda sonando bien ensamblada y la voz de Kike M demostrando su potencial, la sigue “Trance” -otro de sus singles previos al lanzamiento de “Antipersonal” y que es una absoluta locura de canción que en directo tiende a acabar como un aquelarre colectivo si las circunstancias sanitarias lo permiten.
El álbum continúa con una aparente balada que gana fuerza poco a poco, “Sensibilidad”, en la que Kike M sigue desplegando las letras que hacen de él uno de los cantautores más prometedores del panorama nacional. Y esa perspectiva, en un mercado musical de consumo inmediato no es sencilla de gestionar.
“Infiel infelicidad” nos lleva a Sergio Leone y nos retrotrae a los cercanos Coronas y Arizona Baby y un cambio de registro que nos ensucia las botas de arena seca mientras saltamos pensando si estamos aquí o en una cantina fronteriza bailando tex-mex. Trompetas y sorpresa. Una más.
En el tramo final del disco encontramos “La fortaleza” y la optimista “Shere khan” -que concluye con un “¿qué quieres ser de mayor?, quiero ser el infierno”-, definitivamente estamos ante un artista que mezcla en la coctelera distintos sonidos pero el rock y la música celta subyacen en toda la obra, haciéndonos dudar de qué etiqueta mayor ponerle. No son tiempos de etiquetas, estamos cansados, somos más de fusión y eclecticismo, ¿etiquetas de nuevo?
“Mírate ,
no eres más que agua y piel :
Fruto de nuestra sed
de vida y tiempo.
Mírame,
no soy más que agua y piel :
Un trozo de papel
ardiendo lento.”
Se cierra “Antipersonal” con la preciosa “Agua y piel” y la valienter “Puertas abiertas”, 8’23”, tiempo que nos asegura desarrollos distintos a lo largo de la canción y sin duda una promesa de desparrame folk en directo, donde los músicos brillan de verdad, no en los reels de Instagram.
Quienes estéis por Salamanca y Madrid, no os lo perdáis en La chica de ayer el 4 de febrero e Inverfest Madrid (en Gruta 77) el 5 de febrero.
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