Grandilocuencia de locos muertos
Ésa es la forma de ser desde que tenía catorce años,
desde que estalló el Glorioso Movimiento Nacional.
Me jubilé del ejército en el año cuarenta y ocho
porque me aburría.
¿Usted se aburría porque no había guerra?,
¿usted estaba en el ejército para ir a la guerra?
No, pero la guerra es la mejor forma de defender
lo más íntimo que llevamos dentro,
que es la vida después de la Salvación Eterna.
(Salamanca, 90’s)
El silencio de esa canción
Esa canción es una lágrima
que dejé caer en mi corazón.
Sentí temor
cuando ella sugirió
por mis entrañas llorar,
mas tan sólo brindaba ilusión,
transparencia y color.
Ahora tan sólo un recuerdo,
otra herida más sangrando
por el boquete de mi depresión.
Pesadilla y obsesión,
dulce sueño
para aquel luchador
que nunca cedió.
Gozo y dolor,
huida y engaño,
escape y caída,
indiferencia y pasión;
esa canción es una lágrima
que dejé gotear en mi corazón
y, como el bastón al anciano,
su silencio es a mi perdición.
Ahondando en deseo
cada gota que cae
anhela llegar a mi cuello,
y cuantas más son
más ahogado me siento
por el silencio de esa canción.
Es como un devenir
que una llama a la otra
y, tras su sonido,
el silencio que no me deja salir.
Y a pesar de mis saltos
el agua, serena y constante,
con crueldad y dulzura
me engulle en su llanto.
Y antes de ahogarme
recordaré el temor
a llenarme de ti,
el temor a saciarme…
Y cuando mi cuerpo al llanto quede rendido,
sumergido e inerte en el mar del deseo,
el saber de tu amor
será a mis oídos un vacío
que no evitó ni la presión
de las lágrimas de una triste canción.
Esa canción fue una lágrima
con que inundaste una vez mi corazón
y, como el bastón al anciano,
su sonido es a mi perdición.
(Salamanca, 16/2/1992)
Ilusiones
Tengo una jodida tendencia
a enfadarme con las ilusiones cuando me fallan,
entonces voy y las sustituyo por otras
(cuando hay otras a mi alcance).
Hoy hay fútbol, así que no me enfado contigo.
Estás de suerte.
(Salamanca, 90´s)
Cualquier instante en el tiempo
No importaría la distancia,
no importarían las diferencias,
ni siquiera importaría el odio.
Nada sería tan poderoso
como mi abrazo alrededor de su cintura.
Lo nuestro sería una cópula permanente
de mi alma con la suya
y jamás se apagaría el ardor de nuestro amor,
aunque tuviera que avivarlo hablando a las estrellas.
Por aquel entonces yo era un loco habitante de la gloria
y no estaba dispuesto a mudarme.
(Salamanca, 90´s)