Christian Castiblanco, poesía ecológica desde Colombia (I)

Hoy empezamos a compartir la poesía de Christian E. Castiblanco, perteneciente a la nueva hornada de poetas colombianos interesados por el entorno que nos rodea.

Declarado ecologista y animalista, en un lenguaje cotidiano y asequible, su obra permite plantear interrogantes sobre el papel que se está asumiendo en torno a los problemas ambientales y el sufrimiento de los seres vivos en un mundo globalizado cada vez más apático e inmisericorde.

Este es el primero de dos posts con obras suyas que, si bien se pueden considerar ambientales, ecológicos y animalistas, el autor prefiere enmarcarlos en una sola etiqueta característica de toda su producción poética: Poesía pa’ pensar, la cual podéis encontrar en su blog literario “Letrologías, PoemiandoAndo”, donde comparte también obras de colegas latinoamericanos.

Esperando que nos haga disfrutar y reflexionar un poco…

Cobija llena de pelos

Fría era la noche y el susurro del viento parecía un grito desesperado, pero más desesperado era el llanto del indefenso animal, quizás abandonado. Suplicante su melancolía quería saciar su hambre, sed y sentir de nuevo calor.

Ese calor que sentía en aquel hogar que de pequeño tenía y donde todos parecían quererle. Nunca le faltó su plato de pepitas, su agua limpia y su camita, esa maravillosa cobija llena de pelos, hecha de algodón que tanto le aguardaba del helaje de las noches.

Ahora con frío y la ausencia de todo, espera con sublime esperanza a que aquellos que le decían” lindo cachorrito” volvieran a aparecer y todo fuera una pesadilla.

Nunca llegaron, muchos pasaron y apenas le miraron. Ni un pan, ni una taza de agua, sólo miradas indiferentes llenas de un afán insensato.

La espera cesó, cuando sus costillas se pegaron al pellejo y, con su corazón a punto de dejar de latir, vio una luz que iluminaba un rostro de alguien que parecía bueno, con una cobija llena de pelos en la mano y una lágrima rondando por su mejilla.

El manifiesto de la naturaleza

Y lloran los cielos, los vientos se enfurecen.

 Irma y Katrina, arrasaron sin medida,

aquí lejos de sus brazos de furia, no entendemos de sus razones,

es el manifiesto de la naturaleza.

Que protesta por la acción de una sola criatura,

que acaba sus mantos, corroe su entraña y mata sus criaturas.

¡Soy tu madre, malagradecido!,

maldita la hora en que el Hacedor te encomendó mi cuidado…

gime desde adentro, tumbando las moles horrendas,

grita en los vientos, levanta las aguas y ahoga los cimientos.

Por la codicia del homo toda la Creación sufre,

injusto para el jaguar, para el pez y las aves.

 Destino y desgracia temporales.

Es la consecuencia del egoísmo del bípedo inteligente, que acaba con su casa,

el manifiesto de la naturaleza dictará la desaparición de los que hoy viven.

Pero todo volverá a empezar y los gritos serán callados por la ausencia de las manos que provocaron su propio descenso.

Las basuras serán molidas en las lavas, los rascacielos volverán a ser arena y el asfalto será sabana verde,

y nosotros, seremos un triste recuerdo, fósiles olvidados; enterrados en la historia.

Descansará al fin la madre de un hijo mal parido.


Os aconsejamos el ¿poema?, ¿microrrelato? “Rumor”, de @profesorjonk , acerca de las fallas, las vetas, los vacíos imperceptibles en la pareja y sus extraños modos de abrirse.