Inocencia y cuál es, preguntas por Antonio Navarro

Inocencia

La luz se asoma

y por el ventanal

dibuja la silueta de tus dedos:

hoja de higuera

y manantial de marfil

cubriendo suavemente

el perfil

de mi desvergüenza.

Allí, en paraísos sin fin,

huyendo de toda conciencia.


Cuál es

Cuál es el motivo de tu fuego.

Qué ardes.

Dónde te ha empujado la deriva.

Por qué tiemblas

si la luz está de tu parte.

Cómo te cambió la noche.

Hasta cuándo te han sangrado las preguntas.

Tras quién andas cuando miras al espejo.

El cuento tantea la respuesta

y sólo balbuceas un segundo

del hogar

que quieres retener con la punta

del pulso de tu miedo.

A la diana ni te asomas

cuando quieres cobijarte

de las flechas del mal tiempo

y la catástrofe

silabea sus ladrillos en cada detalle.

Ya solo lames celdas.

Y tú, que querías

construir un castillo

de gris moral y recuerdos,

ahora tiemblas intemperies

sin sal, ni calor, ni razones.

Al cobijo de la yesca.

A la merced de un viento

pronunciando esa ausencia de tu fuego.

Cómo proteger ahora

que no te alcanzas a ti mismo.

Cómo proteger ahora

que no te prendes ni a ti mismo.

Y tú que querías ser el barco

y acompañar al más allá la compañía,

apenas eres balsa

y eres la máxima certeza del naufragio.

No me preguntes más.

No te preguntes.

No le preguntes nada más.

Cuando ya no reconoces

ni tu fuego

te has perdido todo el baile

entre las sombras.

Sin átomo ni ventana

a la esperanza.

Cuál es el silencio de tu fuego.

Qué ardes.

Dónde te plegaste a la deriva.

A quién le tiemblas

cuando luz no está de tu parte.

Cómo te secó la noche.

Hasta cuándo te sirvieron las preguntas.

De quién huyes cuando miras al espejo.