Resulta sorprendente cómo maneja moralmente a los demás, cómo aniquila todo atisbo de esperanza, cómo conduce la conversación y los chistes -siempre tendentes a la necrofilia-, cómo cuando has escuchado y has asumido tus culpas y miserias, la mercancía que permanece en stock, él se siente fortalecido y al cabo sonríe inconscientemente con malicia.
Entonces, un rato después eres capaz de odiarlo por el fardo de tristeza que carga sobre tus hombros, pero cuando duerme y lo miras, comprendes que tiene la madurez y la mente de un niño que se rechaza a sí mismo.
Y eso, amigos míos, constituye una mezcla peligrosa.
“Pero después del amor, de la rutina,
la propiedad privada y el verano,
la realidad regresa
inconformista”.
Rosa Berbel
Tengo en el sexo un fósil
una perla negra
una tormenta de Turner.
Tengo una falla inversa.
Madcool, como el resto de festivales, es un crisol de tribus musicales que ya no son tribus, sino cada vez más un hervidero de individuos que se declaran eclécticos y cuya imagen va de una pareja de emos o seguidores de Tool, casi desnudos y con el cuerpo y la cabeza tatuados con figuras ovaladas en tinta negra, a un agroelectrónico con gorrilla del equipo ciclista Reynolds de hace 40 años sacada de algún pajar o almacén.
Cuesta admitir, con el hígado y todas las neuronas, que un ser no pueda expresar su íntimo desahogo con la vida y el mundo. Que unos pocos, esos que acusan y llevan a la hoguera del menosprecio, de la burla interesada, de la autoafirmación de una masculinidad de caverna, puedan silenciar de golpe el derecho a ser distinto y bueno y noble y sagrado. Por eso, hoy recuerdo ese verso de Federico, que la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Black Pumas, Jamie Cullum, The War on Drugs, Incubus, Muse, Zeal & Ardor, Leon Bridges, Guitarrica de la Fuente, Pixies, Kings of Leon, Editors y Royal Blood era el menú que teníamos programado para el viernes y sábado de Madcool.
Ya no están
Se fueron
Posiblemente emigraron a un alma más cálida
Y a amantes con mejor tiempo
Ya hemos perdido
y ahora
ilustre es quien agarra
con sus manos mi cuello.
Crear un personaje que resulte tan entrañablemente despreciable es digno de admiración. Para ello, Aramburu no deja de lado el humor, que dosifica convenientemente a lo largo de la lectura.
Cerca de la plaza de nuevo, hay un tipo con un cartel colgado del cuello. “Hugs for free”. Desgarbado y extrañamente alto para la media japonesa, no rebasará los veinticinco años pero está pidiendo abrazos bajo la lluvia.
A los que callan
A los revolucionarios de piscina y floja abdominal
A los ecologistas que no leen
A los agoreros
A los enterradores
En Costa Brava, Líbano (ópera prima de Mounia Akl, 2021) Rim cuenta. Rim, la hija pequeña. Rim, el ojito derecho de papá. Rim, la de las capacidades sensitivas redobladas. Rim, todavía en su mundo infantil pero gladiadora contra los problemas del mundo adulto.
Los golpes de los fuegos artificiales contra el cielo estrellado de un pueblo cualquiera en fiestas nos despertó. […]
Una de esas noches la vi llegar.
Llevaba un vestido ceñido, rojo, del mismo color que su cabello rizado. Medias negras, tacones altos. Un ramo de flores amarillas.
Era el segundo día de los muertos y aquel, supuse, era su disfraz.
Coca poetisa
Mastica la hoja para que este dolor se duerma y soportes la tiranía.
Que este sabor amargo alivie tus pesares y te dé fuerzas para seguir aguantando…
!No! saborea su elixir para tener ánimos y luchar, basta de bajar la cabeza, olvidar e ignorar y como bestias sumisas resistir el yugo.