Abrazo con nostalgia el recuerdo
de esas navidades pasadas
donde los regalos no estaban cubiertos
por papel ni lazos de colores.
Era demasiado pequeño para comprenderlo
y hoy vuestra alegría se difumina.
Abrazo con nostalgia el recuerdo
de vuestras risas, las anécdotas repetitivas
que sacaban los colores más rápido
que las incandescentes ascuas
bajo la mesa,
las cenas para niños que acababan
antes
de que los mayores probasen bocado,
los platos que nunca quedaban limpios.
—¡Venga, la de la vergüenza! — gritabas
ofreciéndome la última.
Hoy comprendo que los regalos
no estaban bajo el árbol de Navidad
ni se escondían sobre los armarios
esperando la llegada de cualquier
Rey Mago.
Hoy comprendo que el regalo
era estar con vosotros
y disfrutar de esos momentos
en los que hasta los malos recuerdos
nos hacían reír.
Os echo de menos en estas fechas
y siento que
cada Navidad es menos Navidad sin vosotros.
Abrazo con nostalgia la sombra de vuestro recuerdo
y pienso en cómo serán estas próximas noches
y os imagino sentados a nuestro lado.
Estoy convencido de que quienes os conocimos
os veremos allí
y que todos los que llegaron después
recordarán vuestro nombre.