THE DOORS: Jim Morrison que estás en los cielos, 1967 – 1971

     The Doors, banda superlativa, por la especificidad única que le imprimió el Fender Rhodes Piano Bass del tecladista Ray Manzarek y desde luego por el aura de su frontman, Jim  Morrison, poeta, pensador, cantante, uno de los personajes mas reconocibles y reconocidos de la Historia de los Sonidos, en cuanto a influencia de su obra y pervivencia del mensaje y de la misma persona física en el imaginario colectivo, nivel Elvis, Dylan, Lennon, Sinatra y poco mas.

     Banda californiana, de L. A., coetánea en su eclosión ni mas ni menos que al Santa Sactorum de los festivales de la cultura popular de cualquier época y género, el «Monterrey Pop Festival» del 16/18 junio 1967, auspiciado por Timothy Leary (el apologeta y juglar del LSD que ese verano del 67, el llamado «Verano del Amor», circulaba de forma legal y en cantidades industriales por California) y organizado por John Philips, el genio de » The Mamas and the Papas » que reunió a la flor y nata del rock psicodélico, del blues – rock y del folk en tres días de un mes de junio para el recuerdo, la contracultura predicó con el mejor ejemplo, a mal tiempo (Guerra de Vietnam, violencia racial), buena cara, la mejor posible, música y simbiosis, solemne comunión material y espiritual de decenas de miles de personas bajo los imposibles riffs de «The Jimi Hendrix Experience», el cavernario pero precioso timbre de un joven Joe Cocker, las excentricidades de Pete Townshend o el virtuosismo de Alvin Lee y sus » Ten years after» al momento de ejecutar aquél «I’m go home» para los anales…

     Sería pues en la costa oeste EEUU, segundo lustro 60’s, en plena vorágine dionisiaca de sensaciones de fraternidad universal entre todas las criaturas bajo el Sol…(«everything under the Sun is in tune but the Sun is eclipsed by the Moon. Eclipse. TDSOTM (1973). Pink Floyd), empapadas en ácido las conciencias de todos los desheredados (o no) de la vida, , todas ellas sintonizadas en la confluencia  Haight/Ashbury de San Francisco, legendario  «meeting point» del movimiento hippie, sería ese el oportuno caldo de cultivo para la eclosión de The Doors, verano 1965, encuentro entre Morrison y Manzarek en la playa de Venice, dos estudiantes de cine en UCLA con inquietudes y cualidades de grandísimo calado que quedaron plasmadas para el Recuerdo  a través de la inmortal banda que estaban a punto de alumbrar y de… bautizar… «Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería al hombre como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna”. El matrimonio del Cielo y el Infierno. 1790. William Blake

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    Al poco tiempo del providencial encuentro Morrison/Manzarek en Venice (Jimbo le recitó a Ray la letra de «Moonlight Drive», reflujo genial de la impronta creativa, poética del frontman que cautivó desde ese momento al excelente tecladista, con John Lord y Richard Wright el ABC de la especialidad), se unieron el fino, nítido estilista amante del flamenco (» Spanish Caravan «) Robbie Krieger en la guitarra y el baterista John Densmore (de clara influencia jazz-rock), compañero de Manzarek en un centro de meditación hindú, deje que extrapolan al ritmo de la última pista del álbum homónimo debut de principios de 1967, el edípico raga – rock «The End», encumbrado a la categoría de leyenda atemporal por la buena praxis de Francis Ford Coppola, el mago que aunó canción e imágenes de la obra maestra » Apocalypse Now» (1979), esa que arranca con el sonotone de los helicópteros de combate en Vietnam solo interrumpidos por el susurro apocalíptico de Morrison… «This is the end, my only friend, the end…

    Los doce meses que van del verano del 65 al de 1966 asistimos al ajuste de la formación en los automatismos y rutinas de trabajo que le son propias a toda banda y con las figuras clave del productor Paul Rotchild y el ingeniero de sonido Bruce Botnick ya en sala de máquinas, conciertos en icónicas salas de Los Ángeles como «Whisky a Go Go» y «London Fog» hasta que un buen día sin duda el cantante del grupo «Love» Arthur Lee arrastra  literalmente casi a dos directivos de la discográfica «Elektra», que era la suya, a una de esas reuniones  en familia de algunos aventajados,  rara avis, clarividentes cazatalentos. In situ se firmó el contrato cuyo primer fruto llegaría el 4 de enero de 1967, disco aclamado por crítica y público con 20 millones de copias vendidas y 2° mas vendido de 1967 tras el «St Peppers… » de The Beatles.

     Canciones/Himnos como «Break on trought», » Light my fire» o la antes mentada «The End» en comandita con otros temas tal vez menos conocidos pero tan originales en su concepción como brillantes en su ejecución como las 3 pistas referencia, «Alabama Song», ideada en un texto del poeta alemán Berthold Bretch o la concluyente » Back door man», cover del Rey del Delta Blues, Willi Dixon, Mr Club 27, funesta agrupación imaginaria que estrena el mismo Dixon (fallecido a los 27 años cuentan por un whisky envenenado) y a la que se suma Morrison el 03/07/1971 tras su deceso en París por sobredosis de heroína o al menos así lo atestiguó años después Marianne Faithfull, cantante y actriz británica, ex pareja de Mick Jagger y novia por aquel entonces del conocido como dealer de las estrellas Jean de Breiteuil, aristócrata francés que al parecer habría suministrado al cantante una dosis letal que lo mandó de forma fulminante al cementerio de «Peré Lachaise» (no hubo autopsia).

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Marianne Faithfull

    El Verano del Amor (1967) languidece y el 25 de septiembre se publica el segundo disco, «Strange Days», cuyo tema homónimo de apertura supone uno de los primeros ejemplos de uso de  entonces pionero sintetizador Moog en el rock, en las virtuosas manos de Manzarek. Temas importantes y reconocidos por critica y público como » Moonlight Drive «, » Love me two times «, » People are strange » (tema fetiche de la película juvenil de culto de 1987 «The Lost Boys»), la descomunal declaración de intenciones blues  de casi 11m que supone » When the music over » y la delicatessen de amores rotos del «I cant see your face in my mind», completan un álbum imprescindible, que mantiene nivel respecto del debut de enero y que deja intuir hacia donde viraría el sonido, de la psicodelia al blues – rock (o el sonido definitivo).

A destacar la portada del disco, única en la que no aparece el cuarteto debido el temprano hartazgo que ya sentía Morrison por ser el centro de todos los focos. Las fotos fueron tomadas por el fotógrafo Joel Brodsky (el de las icónicas instantáneas de Jim a pecho descubierto sobre el fondo blanco de una habitación de hotel) a un grupo de artistas urbanos de la ciudad de Nueva York, inspiradas por la película de 1954 de Federico Fellini «La Strada»

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        Diez meses después del disco cuya cover parece un guiño a «Freaks» (1932), la «Parada de los Monstruos» de Tod Browning,  brillante perpetrador un año antes del desasosegador  «Drakul» del paranoide Bela Lugosi, el 3 de julio de 1968 sale a la luz el tercer trabajo, «Waiting for the Sun» (la canción que debía dar nombre al disco no aparece hasta la 2a pista del «Morrison Hotel» de 1970. Disco algo infravalorado por parte del mundillo al bajar un tanto el diapasón del ritmo/velocidad pero que con el paso del tiempo ha ganado en consideración con un ramillete de clásicos de ningún modo ignorables. Hablamos del celebérrimo «Hello, I love You» (aquí problemas legales con «The Kinks, ganaron el juicio los británicos), el bucólico «Love St» (en referencia a la novia de Morrison, Pamela Courson), el tema anti – belicista «Unknown Soldier» (a destacar el vídeo oficial con el «fusilamiento» live de Krieger a Jim y su artística caída, un «disparo» mas de flash  a añadir al ubérrimo imaginario colectivo de la banda o de la sarcástica pista final «Five to One»,  crítica mirada hacia la generación hippie y sus fundadas y sobradas inconsistencias morales que nunca culturales, soberbia demostración de fuerza de Morrison, esa voz aguardentosa, rota que explotaría de forma definitiva en los dos últimos discos. Mención aparte el » Spanish Caravan», preciosa pieza que arranca con el «Asturias» del compositor español Isaac Albéniz, reflejo de la profunda impresión que causó en la pareja Morrison & Courson un viaje por el sur de España, por Andalucía y también fidedigna expresión de la muy alta estima que tiene el legendario guitarrista Robbie Krieger del flamenco, la música étnica española por definición.

      El año 1969 arranca con un concierto apoteósico en el Madison Square Garden de Nueva York, se presentan algunos de los temas que meses después contribuirán a ensamblar el cuarto disco «The Soft Parade» publicado en julio.  Sin duda la presentación en sociedad de «Touch me», el eléctrico corte sinfónico que incluye un poderoso solo de saxo de Curtis Amy, mantenía la expectación en cuanto a la capacidad de crecimiento y versatilidad de la banda para un nuevo trabajo que por otra parte deambula del psicodélico de la preciosa «Shaman’s Blues» al blues final del homónimo «The Soft Parade», con temas interesantes como el indiano «Wild Child» o el orquestal intro «Tell all the people» ejerciendo de improvisado fondo de armario de un disco decente mas en el corto pero muy selecto catálogo de The Doors.

    No obstante las buenas sensaciones que dejó el aperitivo de enero en el MSG, los hechos acaecidos en Miami el 1 de marzo de 1969 marcan un antes y un después en la evolución artística de la banda y desde luego en el devenir emocional de Jimbo. Aquél día, en el Dinner Key Auditorium, con un aforo que doblaba el oficial, ambiente caldeado sin aire acondicionado y un Morrison ebrio de una pluralidad de sustancias y con pocas ganas de cantar, mas bien de reivindicar su personalísima visión de la «Contracultura 60’s» en una sonada perorata que al parecer concluyo con el divo mostrando los genitales al respetable en un avanzado estadio de comunión espiritual de todo el auditorio con Morrison lanzándose al público, armando una procesión de acólitos en éxtasis producto del bochorno ambiental y la lisergia generalizada de la desquiciada multitud en permanente farra dionisiaca mientras suenan los acordes del «Wild Child».

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                     «Pienso que fue sólo alimentar la   imagen que se estaba creando a mi alrededor. Y a eso le puse fin en una gloriosa tarde» (Jimbo, Genio y Figura)

       En el último tema del disco, publicada cinco meses después del escándalo bacanal de Miami, el homónimo » The Soft Parade «, se refleja la preocupación latente por el giro traumático de los acontecimientos, tema importante en la discografía de The Doors, de la orquestación que impregna muchas de las canciones de todo el disco al psicodélico mas característico de sus tres primeros trabajos, concluyendo el profuso corte con un anticipo blues de lo que estaba por venir en el 70 y 71. «The Soft Parade», la canción y el disco entero, un tanto infravalorado como su predecesor » Waiting for the Sun» de 1968 pero que mantiene el tipo y que supone el tránsito definitivo del psicodélico al bues – rock.

    En el otoño de 1969 la banda se aísla y concentra en la muy cuidada elaboración de su 5° disco «Morrison Hotel», el de la portada en el albergue que así se llamaba que descubrió Manzarek en un barrio de LA buscando ideas para la cover. Tras la sesión de fotos » robada» (el encargado del negocio se negaba a autorizarles el paso alegando que no tenía el plácet del dueño, peregrina excusa que no fue impedimento alguno pues se aprovechó un momento de ausencia del fulano para hacer las fotos) se fueron a comer a un local llamado «Hard Rock Café» que inmortalizaron en la contraportada y que fue la inspiración de la posterior multinacional «The Hard Rock Café». Este gran disco alumbrado en enero de 1970 significa la apuesta definitiva por el blues – rock desdeñando cualquier otra veleidad de tono orquestal que no había terminado de cuajar en el anterior disco.

    El tema que abre, «Roadhouse Blues», fue grabado en la madrugada del 5 de noviembre de 1969, entre un marasmo de humos, cervezas, bourbon y polvo blanco se cuadra uno de los símbolos mayúsculos del Grupo con un Robby Krieger «on fire». » Waiting for the Sun «, » You make me real «, » Ship of fools «, » The Spy»(problemas de convivencia con Pam), , «Queen of the Highway»(alegoría de la juventud americana, …» most beautiful people in the world»…, la intimista y bella «Blue Sunday» y la exquisitez final del «Maggie McGill», la chica de » Tangie Town» a la que todos gustaban «get it on»… » I’ll be singing the blues ever since the world began «… de esa guisa despide Jimbo su álbum mas personal hasta esa fecha,  obra maestra imprescindible  sin duda alguna » Morrison Hotel»

    El año 1970 concluye con la banda en fase inicial del sexto y último álbum ya sin Paul Rotchild en la producción (renunció tras el «Morrison Hotel» agotado sin duda por la falta de continuidad y pluri adicciones del divo), fue producido por la misma banda y por el ingeniero de sonido Botnick, el disco de blues por el que siempre quiso ser recordado Morrison y a fe que por el resultado del trabajo lo consiguió. Publicado a mediados de abril de 1971, solo tres meses antes del óbito de la Leyenda en París, el disco reúne sobresalientes temas casi todos de claro rasgo distintivo blues, «The Changeling», » Been down so long», «Crawling King Snake», » Car his by my window», «Hyacinth House» (polonesa de Friedrich Chopin incluída Fender Rhodes piano bass de Manzarek mediante), «The Wasp. Texas Radio and the Big Beat»,  todos ellos nítidos ejemplos de la rotunda apuesta blues a los que hay que añadir los dos temas/himno del disco, el homónimo «LA Woman», homenaje a la mujer angelina, que Jimbo grabó sentado en un inodoro del aseo del estudio por el eco propicio que generaba la mentada estancia en íntima connivencia con su voz ya muy tomada por años de excesos y el último tema del disco y de la banda, » Riders on the Storm «, intrigante epílogo psicodélico con referencias a un serialkiller de los 50’s (…» there’s a killer on the road»…) y reminiscencias a pensamientos de Heidegger, uno de los autores fetiche del intelectual que lo fue y grande Jim Douglas Morrison, fallecido el 3 de julio de 1971 en París se dice por sobredosis de heroína (no hubo autopsia), localización a la que había «huído» con Pamela Courson tras terminar la grabación del disco para poner tierra de por medio con todo lo que para él significaba a esas alturas líos legales y relaciones humanas al límite. Enterrado en «Peré Lachaise», su nicho es obligado » meeting point » de la cultura popular, campo santo donde comparte eternidad con Rimbaud, Rossini, Sarah Bernarth, Honoré de Balzac, Marcel Proust. Grande entre Grandes, Eterno Jim Douglas Morrison.

DEP

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5 Comentarios Agrega el tuyo

  1. J.DíazdeCerioJackson dice:

    Gran artículo y excepcionalmente escrito. Bravo.

    1. Sysyphus dice:

      Muchísimas gracias 🍻

  2. Rufus dice:

    Entretenido, descriptivo, sublime! Esperando más

    1. Sysyphus dice:

      Muchas gracias 🍻

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